Stonehenge revela su último secreto

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Fuentes: The Guardian / Antiquity

p_1776_1El yacimiento megalítico de Stonehenge, en el condado inglés de Wiltshire, es uno de los rincones más enigmáticos de todo el planeta. Tras décadas y décadas de intensas investigaciones, los arqueólogos e historiadores todavía se enfrentan a un buen puñado de interrogantes que responder sobre el imponente monumento neolítico.

Aunque cada vez es más lo que sabemos sobre este impresionante conjunto de piedras, los especialistas todavía ignoran a ciencia cierta cuál fue, por ejemplo, la finalidad exacta de esta increíble manifestación de las capacidades del hombre prehistórico. Y durante años, otra de las preguntas que ha intrigado a los investigadores está relacionada con la propia forma del yacimiento.

Hoy el “círculo” de Stonehenge se observa incompleto por su lado sudoeste, quedando por tanto abierto por esa parte. Sin embargo, los arqueólogos se han preguntado durante mucho tiempo si fue creado así de forma deliberada o si, por el contrario, originalmente consistía en un círculo “perfecto”.

Tras muchos años, esta pregunta podría haber quedado resuelta definitivamente gracias a un reciente hallazgo. Y, aunque resulte difícil de creer, el descubrimiento no ha tenido lugar gracias a nuevas excavaciones o al análisis de datos recopilados en estudios anteriores, sino a una afortunada coincidencia.

El año pasado, en el verano de 2013, la zona del condado de Wiltshire sufrió una pequeña sequía que obligó a los responsables de Patrimonio Inglés –la institución que gestiona el yacimiento de Stonehenge–, a emplear mangueras para regar la hierba que normalmente crece de forma abundante y sin ayuda gracias a las copiosas lluvias de la zona.

Fue Tim Daw –uno de los cuidadores del recinto–, quien se percató de algo extraño al revisar el sistema de riego. Una de las mangueras resultaba demasiado corta para regar adecuadamente la zona donde el “anillo” de Stonehenge aparece incompleto y, justo en esa zona seca, Daw descubrió una serie de parches o manchas de color marrón.

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Tras pensar en que iba a necesitar una nueva manguera más larga, Daw cayó en la cuenta de algo sorprendente: aquellas “manchas” marrones coincidían justo con los lugares que habrían ocupado unos megalitos en caso de que el círculo de Stonehenge hubiese sido “perfecto” en origen.

Para confirmar que no estaba dejándose llevar por la emoción sin motivo, Daw llamó a uno de sus compañeros, quien le confirmó que su impresión era la misma. A continuación, el paso siguiente fue avisar sin demora a los arqueólogos del yacimiento.

Sin pérdida de tiempo, los especialistas realizaron fotografías aéreas para registrar la posición exacta de aquellos “parches” marrones que habían aparecido con la sequía en la parte sudoeste del monumento, antes de que una lluvia inesperada pudiera borrar de nuevo su rastro.

En efecto, los arqueólogos comprobaron que estas marcas parecían coincidir con el lugar que habrían ocupado las hipotéticas piedras que faltarían si el círculo fue originalmente completo, y además destacaron otro hallazgo: una marca similar se observaba en el punto exacto en el que el ingeniero William Gowland había excavado zanjas durante un estudio en el año 1901. Las marcas descubiertas por Daw gracias a la sequía estarían mostrando por tanto zonas donde la tierra del yacimiento había sido removida.

Aunque el descubrimiento –que ha sido publicado en el último número de la revista de arqueología Antiquity– sirve de evidencia para apoyar la hipótesis de que Stonehenge pudo haber sido originalmente un “anillo” perfecto, siguen quedando algunos interrogantes. Tal y como reconoceSusan Greaney, historiadora de Patrimonio Inglés, queda por explicar qué habría pasado con las piedras faltantes.

En opinión de esta especialista, es posible que fueran extraídas para su reutilización en la construcción de casas de la región, o incluso en algún camino, pero a día de hoy es imposible responder a esta pregunta. En cualquier caso, el descubrimiento realizado por Tim Daw demuestra que todavía es mucho lo que nos falta por averiguar sobre Stonehenge y, al mismo tiempo, que en ocasiones el azar puede ser un magnífico aliado de los investigadores.

Fuentes: The Guardian / Antiquity

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