El secreto del conocimiento

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conocimiento SocratesExisten otros mundos, pero están en este
Paul Eluard

 No pocos iniciados admiten haber llegado al hermetismo, misticismo u Orden iniciatica – Masoneria, Rosacrucismo, Tesosofia…-  como atraídos por el conocimiento de supuestos secretos  y no pocos, desilusionados al no encontrarlo, se han ido. Como todo en la vida, el conocimiento no se puede dar. Es posible dar al iniciado herramientas para su búsqueda; pero poco más. ¿Qué falla cuando el iniciado no encuentra lo que busca? No la enseñanza hermética, por cierto; falla el  iniciado o incluso, si no falla, puede que el Creador no crea adecuado que posea dicho conocimiento en esta vida. Pero esta segunda opción nada podemos hacer por evitarla así pues, concentrémonos en hace lo posible para poder decir “por mí que no sea

 La ciencia moderna y los profanos son tremendamente materialistas. Creen solo en los que perciben sus sentidos y en lo que la razón puede demostrar. En nuestro mundo, la educación, la cultura y las creencias marcan lo que percibimos; pero lo que percibimos es relativo y, creamos lo que creamos percibir, la realidad no cambia. Si usted mira una rosa blanca a través de unas gafas con cristales azules la verá azul, pero la realidad sigue a ser que la rosa es blanca. Si usted le dice a un indígena de las pocas tribus que viven aún como en la edad de piedra que puede curar enfermedades que para ellos son mortales con una simple pastilla le tomarán por brujo o no le creerán; pero la realidad es que si puede hacerlo. Da igual lo que uno perciba o vea, las creencias hacen que demos algo por bueno o no independientemente de la realidad de las cosas.

 El ser humano ha vivido, vive y vivirá prisionero de sus falsas creencias y con la fe inquebrantable de que sólo existe lo que puede percibir por sus sentidos y razonar con su mente. Dado que nuestros sentidos nos engañan y nuestra mente es limitada no parece el mejor camino hacia el conocimiento de lo que se ha denominado como misterios herméticos o secretos esotéricos que, a fin de cuenta, es donde estarían los supuestos conocimientos secretos de toda Orden iniciática. El primer paso a dar es conseguir el conocimiento necesario para desterrar las falsas creencias y permitirnos ver más allá de lo evidente, para comprender lo que otros no entienden y descubrir verdades donde otros han errado. 

No es posible alcanzar el conocimiento de los misterios si uno no se cuestiona en todo momento que lo que percibe como real puede no serlo. Que nuestros sentidos sufren ilusiones continuamente y que lo que nos han enseñado condiciona lo que creemos como verdadero. Tenemos que aceptar que todo lo que consideramos como real no es más que una realidad relativa o incompleta. Negar todo esto implicaría afirmar que el hombre es quien de saberlo todo.

El verdaderamente  iluminado y sabio no es quien lo sabe todo sino el que reconoce justo lo contrario y se convierte en un signo ambulante de interrogación sin pensar jamás que pueda conocerlo todo. Sólo así la puerta del conocimiento permanecerá abierta.

Como iniciado usted sabe – o debe saber –  que el hombre es algo más que carne y hueso; sabe que somos un alma inmortal; sabe que la muerte no existe y que no es más que un portal hacia el Oriente Eterno. Sin embargo nada de eso puede usted demostrarlo. Pero si quiere aprender yo le digo que escuche a su Alma porque ella está mucho más cerca del Gran Arquitecto que usted; porque conoce realidades que nuestros sentidos jamás podrán percibir y porque, lo más importante, jamás le engañará. Su Alma es su VITRIOL. Conócete a ti mismo. Descubre que y quien eres. Descubre que eres un ser inmortal lleno de potencialidades; que todo te será permitido si cumples la Leyes Universales del Gran Arquitecto. Este es el único camino hacia el conocimiento de los misterios. El único camino. El camino al conocimiento real.

Pero no todos creen. No creen porque nadie puede demostrar lo que he dicho. ¿Podemos ver al Creador? ¿Podemos ver el Alma? Te preguntarán. Y, cuando les digas que no, te dirán que entonces no existen y si defiendes lo contrario serás criticado, despreciado y condenado. De nada servirá que les explique que muchas cosas no pueden ser vistas y están ahí. Ellos no te creerán. Por eso no trate de convencer a nadie. Recuerde lo que le sucedió a la teoría heliocéntrica de Copérnico. Tras su publicación en 1540 fue duramente atacada y Copérnico fue condenado al olvido hasta su muerte el 24 de Marzo de 1543. Algunos sabios como Giordano Bruno se atrevieron a defender las teorías de Copérnico. Giordano, a cambio, solo consiguió ser tildado de hereje y condenado a la hoguera en 1600. Finalmente, en 1616 la teoría heliocéntrica y los escritos de Copérnico donde se defendía fueron prohibidos y olvidados hasta que dos siglos después fue rescatada por otros científicos. La única razón que se dio para rechazar la teoría de Copérnico fue que era incompatible con la doctrina de la Iglesia. El hombre, de nuevo, prisionero de sus dogmas y creencias no admitía la posibilidad de estar equivocado. 

Gran cantidad de sabios cayeron y caerán víctimas de sus conocimiento y las creencias y dogmas de su tiempo; sin embargo, el tiempo es el maestro de la evolución y la Luz siempre acaba por triunfar sobre las Tinieblas demostrando que los dogmas conducen a la ignorancia y que esta no es quien de oponerse al conocimiento.

 El conocimiento siempre ha estado ahí, dispuesto para quien lo busca. Volvamos a Copérnico. Su teoría no era nada nueva, ya Ptolomeo en el siglo II antes de Cristo o incluso antes, en el siglo III antes de Cristo, en la persona de Aristarco de Samos, encontramos la teoría correcta, la realidad verdadera y no la que nuestros sentidos nos parecen decir: que el Sol es el centro y la Tierra gira a su alrededor.

 De ti depende poner lo necesario y abrir la puerta para dejar entrar el conocimiento. Este puede llegar o no. Pero si no actúas, si no dejas hablar a tu interior, la puerta se cerrará inexorablemente.

2 comentarios

    • Emmanuel Sanchez Rodriguez el 4 diciembre 2014 a las 23:17
    • Responder

    Es tan estrecha la puerta para entrar a este conocimiento, tengo deseos de aprender, si hubiese alguna guía que permitiera vislumbrar el camino, me seria de ayuda, quizá pienses que debo buscar y esta es una manera, preguntando donde abrevar conocimiento, por otro lado he leído que lo que es mio esta buscándome y seria solo esperar y mientras prepárame para poder apreciar llegado el momento la iniciación en esta etapa de mi vida. De momento gracias por esta lectura que es obra de tu trabajo y que lleva luz a quien la lee.

    • Alejandra el 10 diciembre 2014 a las 01:24
    • Responder

    Pienso que el conocimiento ES, y lo traemos al nacer. De niños vamos perdiendo ese conocimiento original -se desaprende- y en su lugar lo sustituye otro conocimiento en función al entorno donde se desarrolla, los valores y creencias de su círculo familiar, sociedad, cultura, etc etc. El conocimiento original queda cubierto con un velo que luego de iniciado cada uno irá descorriendo. El conocimiento verdadero, o la Verdad está en nuestros corazones y sólo nosotros somos capaces de llegar a él por nosotros mismos. Cómo llegar a él es un arduo trabajo, pero no imposible. Las limitaciones nos las ponemos nosotros mismos, pues no hay distancia más corta que la de la mano y el corazón. Mi condición no me permite dar mayor información al respecto, pero quien verdaderamente desea acercarse a la Verdad, hay caminos para llegar a él y quien tenga el real deseo de adquirirlo, el momento le llegará. Muchas gracias por permitir compartir mi humilde opinión.

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