El misticismo de Shakespeare

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BaulDudo mucho que en nuestros tiempos alguien no conozca el famoso “to be or not to be” de Shakespeare, la primera línea de un soliloquio de Hamlet (escrita alrededor de 1600), en el acto tercero, escena primera. Pero es muy posible que no todos conozcan la escena de los cofres de su otra obra “El mercader de Venecia”. En dicha escena tres cofres son presentados a los pretendientes de la hija del mercader, la bella Portia. Cada cofre es de material diferente y posee una inscripción. El pretendiente solo puede elegir uno de los cofres y si en el interior encuentra la foto de Portia podrá desposarla y heredar la fortuna del padre. El material y texto de cada cofre son:

Oro           Quién me elija obtendrá lo que muchos hombres desean.

Plata         Quien me elija obtendrá tanto como merece.

Plomo      Quien me elija debe dar y arriesgar todo lo que tiene.

 

El primer pretendiente, cegado por el brillo del oro, elije y abre dicho cofre para encontrar una calavera y el texto “no es oro todo lo lo que reluce”. El mensaje no puede ser más claro. El hombre inmaduro, indisciplinado, el profano que acaba de entrar en el mundo iniciático se deslumbra y confunde con la repentina Luz y el brillo de lo que busca. Así toma sus decisiones basándose en “lo que muchos hombres desean”. Es la muerte de su deseo por el pensamiento; el error de creer que lo deseado por muchos es lo bueno para uno. Es olvidar nuestro “yo interior” y arrojarse de cabeza al océano de los deseos humanos pretendiendo conseguirlos todos.

El segundo pretendiente es egocéntrico y piensa que nadie merece más que él a Portia. Elije, por lo tanto, el cofre de plata para encontrar la caricatura de un idiota  que le llama asno. El ser egocéntrico cree que vale más de lo que realmente vale y pretende, siempre, ser  recompensado y reconocido por lo que cree ser y no por lo que realmente es. Cree que su aspecto exterior posee el mismo valor que su interior. Juzga el aspecto y no la persona. No hay lugar para ellos en ninguna escuela iniciática  menos en la masoneria donde ya se nos avisa en la cámara de reflexiones, en la iniciación y en todo momento al recordarnos que no somos masones mas que cuando así nos reconocen. Ni importa quien eres, como  eres, de donde eres, lo que eres…importa lo que haces, como lo haces, porque lo haces.  Importa lo interior, el VITRIOL; no importa lo exterior.

El tercer pretendiente a la mano de Portia era pobre, realmente deseaba mucho más de lo que merecía. Solo podía dar lo que tenía, su propio yo, y arriesgarse. Elije el cofre de plomo y allí encuentra la foto de su amada Portia y el siguiente texto:

“Tu que no eliges por lo que se ve, ten ahora la fortuna de verdad”

Así nos dice Shakespeare como debe ser el profano que desea ser iniciado y el ya iniciado, por supuesto. Ha de entregar todo lo que tiene y arriesgarse en el camino. No puede dejarse llevar por cantos de sirena ya que “no es oro todo lo que reluce” y ha de ser humilde y aceptar lo que es y consiga ser sin pretender “merecer más que lo que merece”.

* * * 

Portia es la puerta, el portal a cruzar camino a la sabiduría y la Luz. Es la mujer más deseada, la más bella; pero también la más exigente porque no pide nada que tu tengas sino que te pide a ti. Te encuentra tosco, sin nada, pero conoce la chispa que alberga tu interior y lo que puedes llegar a ser. La piedra sin labrar puede dar obras como el Moisés de Miguel Angel; pero es preciso dejar que nos golpeen, entregarnos en cuerpo y alma al trabajo interior y arriesgarnos. Unas veces dará su fruto y otras no; pero solo ese camino es el que sirve.

Este camino de entrega nos conduce a la transmutación sacando al exterior la Luz interior que todos poseemos. Es la Sal, el Azufre y el Mercurio de los alquimistas que permitía convertir el plomo en oro; el profano en maestro. Aquellos que se deslumbran o son egocéntricos solo ven el oro y la plata material, los metales, no el oro alquímico, el oro de la iluminación o la verdadera Luz que busca el iniciado, el místico.

La alquimia real es la alquimia del cuerpo y permanece como parte indisoluble de toda orden iniciática; pero solo un verdadero adepto es capaz de comprender y trabajar esa alquimia que transmuta su plomo, el profano, en oro, el iniciado.

1 comentario

  1. Mas que interesante la pregunta seria están listos muchos iniciados para aceptar una verdad… sobre una falsedad… aparentemente manejan verdad o verdades… pero llegan a algo con esa verdad… hay verdades que pueden hacer caer hasta el sistema de hoy y el de antes… es por eso que esta humanidad hoy no tiene norte.

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