La caverna de Platón

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caverna platonEn el libro VII de “La República” de Platón tiene lugar un diálogo en el cual participan  Sócrates, Adimanto, Alcibíades, Aristófanes, Callicles, Glaucón, Gorgias, Hippias, Pitágoras, Parménides, Teeteto, Trasímaco y Timeo de Locri.

En dicho diálogo figura el famoso  mito que describe un lugar donde unos hombres atrapados en una caverna están obligados a mirar una pared mientras una hoguera a su espalda proyecta sombras sobre ella. Atrás de esa pared, sin que los hombres lo sepan, otros hombres interponen diferentes objetos entre la pared y la hoguera por lo que en esta se proyectan las sombras de dichos objetos. De ese modo, los hombres capturados y obligados a mirar la pared creen que lo que ven es la realidad cuando no deja de ser un simple reflejo, una ilusión.

En este punto de la historia nos describe lo que es un profano. Un hombre que vive en la ilusión de conocer, de saber y de creer que todo lo conoce cuando en realidad no es más que mentira. Conoce el reflejo de la realidad, es decir, su realidad; pero no la verdadera realidad. La mayoría de los profanos son felices así, no se plantean si existe o no algo más. Sin embargo…

Platón sigue su historia y nos describe como uno de los capturados consigue liberarse y salir al exterior de la caverna. Al principio el Sol le ciega y nada puede ver, pero al poco sus ojos se adaptan a la Luz y ve la realidad tal cual es. Descubre que el mundo no es en blanco y negro como las figuras que conoce, es en colores. No es plano, sino tridimensional. Al principio todo le confunde pero su mente trabaja y poco a poco aprende y comprende logrando separar las formas de la realidad, lo abstracto de lo inmutable.

Este hombre que escapa representa al filósofo, al iniciado y, como sabemos, la verdadera Luz le ciega al comienzo. Al principio de su aprendizaje debe protegerse de la Luz o en lugar de ver, de aprender, no verá nada. No aprenderá nada y dejará de ver lo que ya conocía. Se encontrará perdido y sin rumbo. Es preciso entornar los ojos, dejar que la Luz, el conocimiento, penetre gradualmente en nosotros y así, al final, podremos mirar al Sol, a la Sabiduría, directamente a la cara sin quedarnos ciegos por su brillo.

Platón termina la historia indicando que el hombre se apiada de las masas que solo conocen las sombras, que viven en la oscuridad, y regresa para explicarle la realidad. Sin embargo, no le creen y le llaman loco al no aceptar lo que describe porque no lo entienden. Apunta a la pared y le recriminan su actitud, la única realidad, dicen, son las imágenes del muro. No es sencillo creen en lo que no se conoce, en lo que no se puede ver y en lo que no se puede demostrar.

En versiones posteriores de este mito como en la de Jostein Gaarner en su libro “El mundo de Sofía”, los profanos de las sombras matan al iluminado por hereje.

Este punto de la historia del mito es clave para toda sociedad iniciática y sus miembros. En primer lugar nos dice cual es nuestra obligación. No solo hemos de aprender sino también iluminar al resto de la sociedad. Pero al momento nos avisa del peligro de dicho trabajo: no nos creerán. Nos tacharán de locos, nos acusarán de herejes, de revolucionarios. Nos difamarán y perseguirán. Debemos estar preparados y comprender estas actitudes porque trataremos con seres que no pueden ver, que no comprenden, que permanecen en la oscuridad.

No debe ello alejarnos de nuestra obligación porque sabemos que “muchos son los llamados, pero pocos los elegidos” y “solo cuando el aprendiz está preparado las palabras del maestro pueden penetrar su oído”. Por ello debemos estar atentos y prontos para comunicar nuestro saber a los que nos siguen o todo será en balde, todo se habrá perdido. ¿de qué sirve el conocimiento si no se trasmite? ¿Cómo podemos decir que hemos logrado algo si quienes nos sigan no nos superan en conocimientos?.

Pero estemos también atentos a los llaman por simple curiosidad y no por verdadero interés pues, como nos dice Hermes en el Kybalion no sea que arrojemos perlas a los cerdos porque las pisotearán. El conocimiento no es para todo el mundo, no todos están dispuestos a aceptarlo, muchos son felices en su mundo de formas porque les da tranquilidad, no ansían conocer más. Conocer implica trabajar, romper con lo establecido y eso cuesta. Es sencillo diferenciar al profano del profano interesado porque cuando el maestro apunta con su dedo al cielo, uno mira al dedo y el otro mira al cielo.

Nosotros hemos salido de la caverna. Hemos pasado de la oscuridad a la Luz. Hemos jurado difundirla por toda la Humanidad. Hemos pasado de profanos a iniciados. Trabajemos.

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