Estudio del Ser Humano (4 de 4) – La Monada

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“Ser o No Ser, he ahí la cuestión“
Shakespeare

NOTA: Esta serie de trabajos se basan en lo expresado en la obra de Francisco Redondo Segura “La Luz Diamantina”. Libro gratuito y que pueden descargar desde https://hermandadblanca.org/libro-la-luz-diamantina-de-francisco-redondo-segura/ 

Monada 01La conocida cita de Shakespeare nos lleva a reflexionar sobre lo que somos en realidad. La Ciencia hermética afirma que somos Espíritus encarnados. Nuestro origen, nuestra esencia, es un Espíritu puro, una chispa del Creador. Dado que somos únicos, algunas escuelas le han dado el nombre de monada[1]; pero también se le conoce como Espíritu, Ser, esencia, Yo Divino[2]….

Cuando se dice que somos como Dioses o que hemos sido hechos a imagen de Dios nos referimos siempre al Espíritu y no al cuerpo físico. La verdadera esencia del hombre y de todo Ser vivo de la creación es el Espíritu porque es una parte de Él, del Creador. Hasta que comprendamos que Él está en nosotros y nosotros en El no iremos por el buen camino. La cosa se torna clara y diáfana ahora: Ser o No Ser.

El lugar natural de la monada – Espíritu –  es el plano monádico. Es el plano más elevado de todos, solo por debajo del plano Divino[3]. El Espíritu es puro. Entonces nos preguntamos ¿Por qué se integra con la materia y desciende hasta lo más bajo, hasta el Plano Físico o Material?

Simplemente porque es puro; pero no perfecto. El Espíritu – la monada – es omnisciente en su Plano; pero desconoce por completo los otros Planos hasta que los experimenta y, para ello, debe “materializarse” cada vez más. De esta manera se diviniza la materia y se materializa el Espíritu en toda la Creación.

En cierto modo el Espíritu debe involucionar, descender a su particular VITRIOL, para comenzar de nuevo el ascenso. Del Espíritu a la forma y de la forma al Espíritu: ese es el camino. En el descenso y el ascenso atraviesa – vive – en todos los planos tomando consciencia de ellos, aprendiendo y comprendiendo la verdadera magnitud de la Creación.

Estamos ahora en condiciones de saber lo que es el hombre. El hombre – el Ser Humano – es cuerpo, Alma y Espíritu. Pero maticemos más. El Espíritu es lo que en realidad somos y es a través del Alma que anima al Cuerpo que le permite autoconocerse y experimentar el mundo físico. La muerte del cuerpo se produce a causa del abandono del mismo por parte del Alma y el Espíritu. Abandonamos aquello que ya no precisamos, aquello que no es útil; por tanto, si se abandona el Cuerpo es porque ha dejado de ser necesario lo cual demuestra que no somos el Cuerpo, pues uno no puede ser aquello que abandona.

La analogía del huevo empleada en muchas escuelas de misterios explica cómo se mantiene la vida física y lo que somos en realidad. El huevo posee una cáscara, una clara y una yema donde se encuentra el germen. Si todo se mantiene junto la vida puede surgir pero si se rompe el huevo todo se desparrama y la vida no aparece. La cáscara sería el cuerpo físico, si se rompe, si desaparece el cuerpo, la vida no es posible en el mundo material. El desparrame de la clara y la yema puede verse como el abandono del Alma y el Espíritu.

La clara – el Alma – puede verse como la portadora de todo lo necesario para la vida pero  el germen de la vida está en la yema, en el Espíritu. De este modo, la verdadera vida se encuentra en el Espíritu y el Alma la sostiene y alimenta haciendo circular la vida a través de la materia.

Vemos por lo tanto que somos Espíritus, pero no olvidemos que también somos Alma y Cuerpo. En esta vida somos el conjunto, somos el huevo. Si se rompe dejamos este mundo. Pero nuestras tres partes son parte de la misma esencia. Las tres fueron creadas por el Creador. Todo ha salido de El.  Los alquimistas antiguos lo expresaban diciendo que “el cuerpo es el Espíritu condensado; el Espíritu es cuerpo sutilizado y el Alma es el intermedario necesario”;  por todo ello solo existe una “Materia única” que se condensa, sublima, diluye…para crear y formar todo lo conocido por el hombre.

Terminemos con unas palabras de Hermes Trimegistro[4] grabadas en su conocida “Tabla Esmeralda[5]

“Y puesto que todas las cosas son Uno y provienen del Uno, por mediación del Uno. Así todas las cosas han nacido del Uno por adaptación”.

NOTAS

[1] Usar el término monada puede dar lugar a equivocaciones porque en muchos sistemas gnósticos (y heresiológicos), al Ser Supremo se le conoce como la Mónada, el Uno, el Absoluto Teleos Aion,  Bythos (la Profundidad o la Gran Profundidad), Proarchē (Antes del Inicio ) y Hē Archē (el Comienzo) y el Padre Inefable. El Uno es la fuente primordial del pleroma, la región de la luz. Las diversas emanaciones de «el Uno» se llaman eones. En determinadas variaciones del gnosticismo, especialmente las inspiradas por Monoimo, la mónada era el dios supremo que creó dioses menores o elementos (similares a eones). En algunas versiones del antiguo gnosticismo, especialmente las derivadas de Valentín el Gnóstico, una deidad menor conocido como el Demiurgo tuvo un papel en la creación del mundo material, adicionalmente a la función de la Mónada. En estas formas de gnosticismo, el Dios del Antiguo Testamento a menudo se considera que fue el Demiurgo, no la Mónada o, a veces, diferentes pasajes se interpretan referidas a una o a otro. Asi pues, la Monada no podría asociarse al Espíritu pues no es Dios sino una parte del mismo. Sin embargo, con las matizaciones adecuadas podemos entender que una cosa es la monada Divina – Dios – y otra la monada humana – la chispa divina de Dios que mora en nosotros – el Espíritu.

[2] No confunda este Yo Divino con el denominado Yo Superior que sería el Alma Divina, como ya hemos dicho, una cosa es el Espíritu y otra el Alma.

[3] Todas las escuelas hablan de diferentes planos de existencia, que no es más que una manera de sintetizar  y poder explicar lo que es el mundo. Una escuela nos habla de plano mental, Astral, Monadico, Budico.etc de modo que cada plano sería el mundo “normal” de cada uno de los cuerpos correspondientes. De ese modo, el cuerpo Astral “viviría” normalmente en el plano Astral y la monada en el Plano monádico.

[4] Hermes Trismegisto es el nombre griego de un personaje mítico que se asoció a un sincretismo del dios egipcio Dyehuty (Tot en griego) y el dios heleno Hermes. Hermes Trismegisto significa en griego ‘Hermes, el tres veces grande. Hermes Trismegisto es mencionado primordialmente en la literatura ocultista como el sabio egipcio, paralelo al dios Tot, también egipcio, que creó la alquimia y desarrolló un sistema de creencias metafísicas que hoy es conocido como hermetismo. Para algunos pensadores medievales, Hermes Trismegisto fue un profeta pagano que anunció el advenimiento del cristianismo. Se le han atribuido estudios de alquimia como la Tabla de esmeralda —que fue traducida del latín al inglés por Isaac Newton— y de filosofía, como el Corpus hermeticum. No obstante, debido a la carencia de evidencias concluyentes sobre su existencia, el personaje histórico se ha ido construyendo ficticiamente desde la Edad Media hasta la actualidad, sobre todo a partir del resurgimiento del esoterismo.

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p style=»text-align: justify;»>[5] La Tabla de Esmeralda es un texto breve, de carácter críptico, atribuido al mítico Hermes Trismegisto, cuyo propósito es revelar el secreto de la sustancia primordial y sus transmutaciones. Hasta el siglo XX las fuentes más antiguas conocidas eran manuscritos medievales, pero investigaciones posteriores han hallado predecesores arábigos en Kitab Sirr al-Khaliqa wa Sanat al-Tabia (c. 650 d.C.), Kitab Sirr al-Asar (c. 800 d.C.), Kitab Ustuqus al-Uss al-Thani (siglo XII) y Secretum Secretorum (c. 1140).

1 comentario

    • emmanuel sanchez rdrgz. el 26 julio 2016 a las 23:59
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    *Gracias por el aporte seguimos atentos con las publicaciones siguientes.

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