Miedo a aprender

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Tu que me lees jamás olvides lo que escrito en oro está en la puerta de Sekhmet[1]  –  Templo de Karnak:

Solo te pido que entres a mi casa con respeto. Para servirte no necesito tu devoción, si no tu sinceridad. Ni tus creencias, si no tu sed de conocimiento. Entra con tus vicios, tus miedos y tus odios, desde los más grandes hasta los más pequeños. Puedo ayudarte a disolverlos. Puedes mirarme y amarme como hembra, como madre, como hija, como hermana, como amiga, pero nunca me mires como a una autoridad por encima de ti mismo. Si la devoción a un dios cualquiera es mayor que la que tienes hacia el Dios que hay DENTRO de TI, les ofendes a ambos y ofendes al UNO.” 

Como bien dice el Kybalion: Los labios de la sabiduría permanecen cerrados, excepto para el oído capaz de comprender. Esto nos dice que todo lo que aprendemos y nos transmite la Orden tiene dos sentidos: uno exotérico y otro esotérico. La mayoría de las veces será necesario comprender los dos para que todo tenga sentido; otras veces ambos sentidos pueden entenderse por separado; pero no comprender lo esotérico, lo interior, el significado oculto, es perder el verdadero conocimiento. No tenga prisa en comprender, pero tampoco deje de hacerlo. Tómese el tiempo que necesite para comprender e interiorizar cada asunto porque para subir una cima es preciso ir bien pertrechado. Necesitamos hacer pie firme antes de dar un nuevo paso o podemos caer en el abismo y tener que volver a empezar.

Para usted tiene que quedar todo claro, tiene que cuadrar y cobrar sentido lo que aprende;  los demás solo verán o dirán que lo escrito, mostrado, leído, visto… no tiene ni pies ni cabeza. En el mejor de los casos será tomado como una fantasía maravillosa que a todos gustaría ser cierta; para otros será la prueba de que existen locos en el mundo; para otros será el conocimiento del mal. Así pues, usted aprenda y guárdese lo que aprende, no lo divulgue, pues pocos lo comprenderán; sin embargo esto no le exime del verdadero trabajo: usar todo lo que aprenda para el bien de sus prójimos y de toda la Humanidad.

¿Y que tiene todo esto que ver con el miedo? Pues todo mi querido lector. Todo eso puede causar miedo en el iniciado. Miedo a lo desconocido y al qué dirán. El miedo, la inquietud, la inseguridad… todos estos sentimientos  – y otros muchos – anteceden el encuentro con lo desconocido y son lanzados desde las tinieblas sobre las nuevas oportunidades de aprender, de saber, del conocimiento y el acercamiento a la Luz. Solo dando un paso al frente, con determinación, veremos que nada hay que temer y sí mucho que desear: la Sabiduría, la Luz

Los miedos normales son buenos porque se trata de alarmas que sirven como medio de conservación y protección: miedo de un coche a gran velocidad, miedo a caer desde lo alto,  miedo a un cobra o un león, etc.

Otros miedos fueron implantados durante la infancia, en el inconsciente, por los padres, profesores y la sociedad  y el único modo de librarnos de ellos es encararlos y enfrentarse a ellos con coraje, porque aprender y evolucionar no puede jamás perjudicar ni asustar a nadie. Pero solemos ser reacios a ello. Sin embargo tenemos que darnos cuenta que casi todos esos miedos implantados lo fueron por una buena razón para unos y una muy mala para nosotros. El miedo nos hace depender que aquellos que dicen protegernos de ellos. Nos vuelve dóciles y complacientes con los poderosos y, por ello, a estos no les conviene dejar de implantarnos dichos miedos. ¿Qué sería de las religiones si el miedo a ser condenados desapareciese simplemente por conocer que no son ellos quienes pueden salvarnos sino que esa oportunidad de salvación la tenemos todos dentro de nosotros mismos?.

Poco me queda que decir. Líbrese de sus miedos a aprender, aprender jamás hace daño. Terminemos con unas palabras de Carlos Casteneda tomadas de su obra “A erva do Diabo

“Sutilmente comienza  a aprender – poco a poco al comienzo, después en grandes trozos. Y sus pensamientos entran en conflicto. Lo que el aprende no es lo que esperaba o imaginaba y, de ese modo, comienza a sentir miedo. Aprender jamás es lo que una persona espera. Cada paso del aprendizaje es una tarea nueva, y el miedo que el hombre experimenta comienza a crecer de modo implacable, inflexible. Su propósito se transforma en un campo de batalla”

No debe huir. Tiene que desafiar su miedo y dar el paso siguiente en el aprendizaje, y otro, y otro más. Debe sentir un miedo profundo, pero incluso así no puede parar. ¡Esa es la regla! Y llegará un momento en que su primer enemigo se batirá en retirada. Aprender no será nunca más una tarea que asuste”

NOTAS

[1]Era hija del dios Ra. Su esposo era Ptah y su hijo, Nefertum con los que formaban la llamada tríada de Menis. Se la considera un «álter-ego» de Hathor, con la que está frecuentemente identificada, y a su vez la diosa gata Bast no es sino una forma «dulce» de Sekhmet.  Su ira era temible pero, si se conseguía apaciguarla, otorgaba a sus adoradores el dominio sobre sus enemigos y el vigor y la energía para vencer la debilidad y la enfermedad. En algunos casos fue considerada aliada y protectora de Ra, dado que daba muerte a quienes osaran enfrentarse o atacar a la monarquía divina o terrenal.

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