Las siete artes liberales (3 de 8) – Trivium II – Dialéctica

Print Friendly, PDF & Email

Bien, mi querido y paciente lector. Tras la entrega anterior confío en su buen hacer, confío que se ha aplicado y estudiado gramática y ya no comete los inmensos errores gramaticales que comete mi persona errando continuamente tanto en la estructura gramatical como en el uso adecuado y oportuno de las palabras. Así pues, es hora de tratar una nueva arte liberal: La dialéctica.

El término dialéctica  proviene del griego διαλεκτική  y, literalmente, significa  técnica de la conversación.

En sus comienzos se trataba de un ´método de conversación o de argumentación muy similar a la lógica, lo cual nos indica que su empleo correcto contribuye a logra la verdad sobre el tema que se argumente. Y es ahí justamente donde quería llegar para el comienzo de esta entrada. Usted ya sabe de la importancia de hablar correctamente desde el punto de vista gramatical, ahora sabe como puede, además, hablar lo correcto, la verdad: usando la dialéctica.

De manera esquemática puede definirse la dialéctica como el discurso en el que se contrapone una determinada concepción o tradición, entendida como tesis, y la muestra de los problemas y contradicciones, entendida como antítesis.  Es decir, tenemos una idea y su opuesta, las enfrentamos y obtendremos una síntesis que debe darnos la solución del problema.

Heráclito puede ser considerado como “padre de la dialéctica” en occidente, es el primero que considera que la contradicción no paraliza sino dinamiza. En Heráclito se insinúa que las cosas se empujan unas a otras oponiéndose. En toda oposición los términos que se oponen son, cada uno, la negación del otro

Otro de los primeros ejemplos de aplicación del método dialéctico lo ofrecen los Diálogos del filósofo griego Platón, quien además reflexiona sobre el funcionamiento y el alcance de este procedimiento, notablemente en sus obras Gorgias, República VI y Teeteto.

En los diálogos platónicos tempranos, el procedimiento permite someter a examen cierto conjunto de creencias que mantiene determinado individuo. A partir de los diálogos medios, su alcance se amplía, para poner a prueba hipótesis o teorías con las que no necesariamente alguien está comprometido. El examen usualmente lo lleva a cabo Sócrates, quien dirige a su interlocutor una serie de preguntas para explorar si hay inconsistencias entre sus dichos. Estas preguntas son, pues, críticas y comprometedoras, y puede considerarse que equivalen a objeciones (Antítesis); pues naturalmente, una teoría (tesis) que muestra ser contradictoria no podría aceptarse como verdadera. Unas veces el propio Sócrates quien se niega si mismo al meditar sobre el tema; pero en cualquier caso, mediante la detección y eliminación de errores, el procedimiento tiende a la identificación de la verdad -o al menos, de lo que racionalmente puede aceptarse como tal.

La dialéctica ha sido estudiada – y lo sigue siendo – por la filosofía y sus máximos representantes y es posible hablar de la dialéctica de Platón, la de Aristóteles, Descartes, KantHegel. Muy largo sería estudiar aquí a cada uno de ellos y sus diferencias, Eso sería un estudio de la filosofía, en su parte de la dialéctica, a lo largo de la historia. Quiero llegar a viejo y si lo hiciese el lector, como poco, no me desearía nada bueno; sin embargo me arriesgo a sugerirle que  con paciencia y poco a poco dedique unos minutos diarios al estudio de la dialéctica de estos grandes pensadores y no tardará en notar como su forma de hablar, de pensar y de buscar soluciones mejora sensiblemente. No en vano, Arthur Schopenhauer, entre otros aspectos, considera a la dialéctica como una forma elocuente de razonamiento.

Como ya se dijo, la dialéctica se basa en la fundamentación de que una idea (tesis), generalmente histórica, social o filosófica, al ser desarrollada en detalle abre aspectos diversos que entre sí se avienen mal (antítesis), pero finalmente surge una manera de reconcebirla conciliando aspectos aparentemente contradictorios (síntesis).  Según este punto de vista muchas ideas o corrientes reflexivas pasan por una fase de contradicción aparente que no es tal, pues es una parte del proceso necesario en la búsqueda de la verdad.

Tenemos una causa (la idea o tesis) y un efecto (el resultado final) y para llegar de uno al otro necesitamos de un intermediario, de un actor que  produzca un movimiento o cambio (la antítesis). Así causa y efecto son momentos de la dependencia recíproca universal, de la conexión y concatenación recíproca de los acontecimientos, eslabones en la cadena del desarrollo de la materia y la sociedad: la misma cosa se presenta primero como causa y luego como efecto. Es necesario hacer conciencia de la intercausalidad, de las leyes de conexión universal objetiva, de la lucha y la unidad de los contrarios y de las transiciones y las transformaciones de la naturaleza y la sociedad.

La dialéctica, como vemos, cambia el mundo. Sin ella no es posible el avance ni la evolución de la sociedad. Hegel, propone un materialismo dialéctico, es decir, una interpretación de la realidad concebida como un proceso material en el que se suceden una variedad infinita de fenómenos, a partir de otros anteriormente existentes. Esta sucesión, no obstante, no se produce al azar o arbitrariamente, ni se encamina hacia la nada o el absurdo: todo el proceso está regulado por leyes que determinan su evolución desde las formas más simples a las más complejas, y que afectan a toda la realidad, natural y humana (histórica).

Para Engels, las leyes según las cuales la materia se mueve y se transforma son leyes dialécticas. Al igual que ocurre con la dialéctica hegeliana, que es simultáneamente un método y la expresión misma del dinamismo de la realidad, la dialéctica de Marx y Engels encerrará ese doble significado. No se puede convertir, sin embargo, la dialéctica en un proceso mecánico, en el que se suceden los tres momentos del movimiento (tesis, antítesis y síntesis), como se hace a menudo con Hegel, en un esquema mecánico sin contenido alguno. «La dialéctica no es más que la ciencia de las leyes generales del movimiento y la evolución de la naturaleza, la sociedad humana y el pensamiento«, dice Engels en el Anti-Dühring.

La dialéctica nos ofrece, pues, leyes generales, no la particularidad de cada proceso. Que son leyes generales quiere decir que son el fundamento de toda explicación de la realidad, pero también que afectan a toda la realidad (naturaleza, sociedad, pensamiento) y que son objetivas, independientes de la naturaleza humana. Marx y Engels enunciarán las siguientes tres leyes de la dialéctica:

Ley de la unidad y lucha de contrarios.

Pero todo cambia completamente en cuanto consideramos las cosas en su movimiento, su transformación, su vida, y en sus recíprocas interacciones. Entonces tropezamos inmediatamente con contradicciones. El mismo movimiento es una contradicción; ya el simple movimiento mecánico local no puede realizarse sino porque un cuerpo, en uno y el mismo momento del tiempo, se encuentra en un lugar y en otro, está y no está en un mismo lugar. Y la continua posición y simultánea solución de esta contradicción es precisamente el movimiento.

 Si ya el simple movimiento mecánico local contiene en sí una contradicción, aún más puede ello afirmarse de las formas superiores del movimiento de la materia, y muy especialmente de la vida orgánica y su evolución. Hemos visto antes que la vida consiste precisamente ante todo en que un ser es en cada momento el mismo y otro diverso. La vida, por tanto, es también una contradicción presente en las cosas y los hechos mismos, una contradicción que se pone y resuelve constantemente; y en cuanto cesa la contradicción, cesa también la vida y se produce la muerte. También vimos que tampoco en el terreno del pensamiento podemos evitar las contradicciones, y que, por ejemplo, la contradicción entre la capacidad de conocimiento humana, internamente ilimitada, y su existencia real en hombres externamente limitados y de conocimiento limitado, se resuelve en la sucesión, infinita prácticamente al menos para nosotros, de las generaciones, en el progreso indefinido.

Friedrich Engels, Anti-Dühring, XII. Dialéctica. cantidad y cualidad.

Ley de transición de la cantidad a la cualidad

“Hemos visto ya antes, a propósito del esquematismo universal, que con esta línea nodal hegeliana de relaciones dimensionales en la que, en un determinado punto de alteraciones cuantitativas, se produce repentinamente un cambio cualitativo, el señor Dühring ha tenido la pequeña desgracia de que en un momento de debilidad la ha reconocido y aplicado él mismo. Dimos allí uno de los ejemplos más conocidos, el de la transformación de los estados de agregación del agua, que a presión normal y hacia los 0°C pasa del fluido al sólido, y hacia los 100°C pasa del líquido al gaseoso, es decir, que en esos dos puntos de flexión la alteración meramente cuantitativa de la temperatura produce un estado cualitativamente alterado del agua.

 Habríamos podido aducir en apoyo de esa ley cientos más de hechos tomados de la naturaleza y de la sociedad humana. Así por ejemplo, toda la cuarta sección de El Capital de Marx -producción de la plusvalía relativa en el terreno de la cooperación, división del trabajo y manufactura, maquinaria y gran industria- trata de innumerables casos en los cuales la alteración cuantitativa modifica la cualidad de las cosas de que se trata, con lo que, por usar la expresión tan odiosa para el señor Dühring, la cantidad se muta en cualidad, y a la inversa. Así, por ejemplo, el hecho de que la cooperación de muchos, la fusión de muchas fuerzas en una fuerza total, engendra, para decirlo con las palabras de Marx, una «nueva potencia de fuerza» esencialmente diversa de la suma de sus fuerzas individuales«.

Friedrich Engels, Anti-Dühring , XI, Moral y derecho. Libertad y necesidad.

 Ley de negación de la negación.

“En la dialéctica, negar no significa simplemente decir no, o declarar inexistente una cosa, o destruirla de cualquier modo. Ya Spinoza dice: omnis determinatio est negatio, toda determinación o delimitación es negación. Además, la naturaleza de la negación dialéctica está determinada por la naturaleza general, primero, y especial, después, del proceso. No sólo tengo que negar, sino que tengo que superar luego la negación.

 Tengo, pues, que establecer la primera negación de tal modo que la segunda siga siendo o se haga posible. ¿Cómo? Según la naturaleza especial de cada caso particular. Si muelo un grano de cebada o aplasto un insecto, he realizado ciertamente el primer acto, pero he hecho imposible el segundo. Toda especie de cosas tiene su modo propio de ser negada de tal modo que se produzca de esa negación su desarrollo, y así también ocurre con cada tipo de representaciones y conceptos».

Friedrich Engels, Anti-Dühring , XIII. Dialéctica. Negación de la negación.

 

Próxima entrega: Las siete artes liberales (4 de 8) – Trivium III – Retórica

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.