Las Virtudes (2 de 7) – Fraternidad

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Si existe una virtud que todos ponemos como primordial esta es la fraternidad. El término fraternidad deriva de la palabra latina frater, que quiere decir hermano. Por ello, cuando hablamos de fraternidad también hablamos de hermandad, lo cual implica un lazo o nexo de unión entre los miembros, ya sean dos o cinco mil. Estos lazos serán de sangre en el caso de hermanos reales, pero otras veces – las más de las veces – serán creencias religiosas, morales o filosóficas las que harán que varios seres se reúnan y conformen una fraternidad o hermandad para compartir sus ideales. De no hacerlo así, lo más probable es que todos ellos hubiesen permanecido alejados unos de los otros y jamás se hubiesen conocido.

La fraternidad implica buscar algo común que nos una, un origen común más allá de todo lo que sea biológico. Tener un ideal común no es suficiente. La amistad o el amor tampoco. Es necesario poseer algo que solo la pertenencia a la fraternidad pueda dar y eso solo es posible si la fraternidad o hermandad es iniciática. En la iniciación uno deja de ser una cosa para renacer como otra. En cierto modo, la madre “real” pasa a un segundo lugar y surge una madre “espiritual” común a todos los iniciados y, teniendo una madre común, pasamos a ser hermanos.

Ya no es necesario haber sido amigos antes, ni que las ideas coincidan, ni cuarenta mil cosas más; desde el momento de la iniciación somos hermanos porque tenemos una misma madre. Pero es necesario hacer algo para perpetuar dicho conocimiento, dicho recuerdo de fraternidad y aparece el ritual.

El ritual no es una simple ceremonia que debemos realizar de modo automático como para salir del paso. No, el ritual es mucho más. Por medio del ritual recordamos lo que somos, lo que éramos y lo que seremos. El ritual nos ordena y nos guía en el mismo sentido y siempre, siempre, tendrá un momento donde se destaque la pertenencia a la hermandad y el amor, respeto, cariño…que debemos tenernos todos.

Así pues, no caigamos en el error común de acudir a las reuniones para leer el ritual, acabar pronto, tomar algo en el ágape y volver a casa. Si no hemos interiorizado el ritual, si no hemos recordado que estamos allí para renovar nuestra fraternidad, el haber ido o no poca diferencia hará.

Volviendo a lo que es la fraternidad, algunos se preguntan el porqué se la considera tan importante, lo cierto es que podríamos afirmar que la fraternidad es una virtud madre que da lugar a  otras virtudes hijas. Sin fraternidad es imposible la tolerancia, la justicia, el respeto…con su falta surge el autoritarismo y la dominación de los individuos por parte de otros, se conculcan derechos humanos, se pierde el respeto a la naturaleza y un largo etc. Pero, alerta, no caigamos en el error de hacernos tan fraternos con nuestros  hermanos que se genere un núcleo cerrado que nos aisle de los que no lo son. Eso no es fraternidad, al menos la que nosotros buscamos. No podemos crear grupos, corpúsculos fraternos que defienden sus propios intereses, eso es una mafia que defiende solo a los amigos. Nuestro trabajo es defendernos, si, es verdad; pero también defender a todos los demás. La fraternidad ha de ser universal

Tenemos una meta que lograr, es muy sencillo de exponer pero no tanto de lograr. El trabajo consiste en lograr que cada persona de la Humanidad identifique y se identifique como hermano de todos los demás. No como un igual; porque todos somos diferentes en nuestras individualidades, sino como un ser humano con los mismos derechos y deberes y que merece todo nuestro respeto, amor y compresión. Debemos poner el espíritu común por encima de todo lo material y superar todas las diferencias que podamos tener.

La consciencia humana – vista desde el punto de vista espiritual – es común a todos. Todos estamos conectados y todos debemos reconocernos como parte del Universo en el cual moramos. Nuestro cuerpo físico es material y mortal, más pronto que tarde para los tiempos universales desaparecerá. Nada quedará del mismo. Solo la parte espiritual perdurará. Solo lo que realmente somos seguirá su curso por el Universo. Un curso que no conocemos: podremos reencarnar o no, podremos hacerlo en la Tierra o en otro planeta habitado en una galaxia que ni siquiera conocemos. Sol nuestra consciencia humana existe por siempre.

Solo si hablamos de la existencia de la conciencia fuera de nuestro cuerpo podemos hablar de Humanidad, en ese instante seríamos humanos ya que existiría un lazo real entre todos los hombres. Y solo aceptando esto podemos ser capaces de comprender la gran importancia de la Fraternidad entre todos los humanos.

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