Hablemos de (2 de 17) – Alquimia

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Denominar de ciencia  la Alquimia parece algo de locos, pero puede que no lo sea tanto. El V.·.H.·. Omar Cartes, nos escribe en su obra “Temas para el aprendiz masón”

“Tímidamente, los científicos están dando importancia a los trabajos de los alquimistas. Grabados de hace cuatro siglos atrás apuntan a que los alquimistas, al final de la Edad Media, habían desarrollado técnicas de mucha importancia para su época. Uno de estos grabados muestra a un lobo negro devorando un rey y, al fondo una hoguera donde el lobo es quemado y el rey resucitado. En  esta alegoría, el lobo representa a la estivalita, un mineral a base de antimonio y azufre (Sb2S3) que, al fundirse, disuelve “vorazmente” muchos metales, incluido el oro, que estaría representado por el Rey. Cuando una liga metálica es derretida, la estivalita reacciona con uno de los metales y forma una especie de espuma o restos que puede ser retirado con una cuchara. El metal básico de la liga es, de este modo, separado del otro. Este es un ejemplo de centenas de procedimientos desarrollados por los alquimistas solo para conocimiento de los iniciados, preservados de los profanos, en especial de los aventureros. 

Se discute si la Alquimia evolucionó o no hacia lo que hoy día conocemos como química; incluso existiendo quien considera la Alquimia como una simple magia, algunos químicos modernos dicen que cuando se practicaba la Alquimia lo que se hacía era realmente química. Otros argumentas que las ciencias antiguas, por sus medios, métodos, objetivos, principios, criterios, etc. no presentan ninguna relación con las ciencias modernas. Pero algunos reconocen a la Alquimia el mérito de haber introducido la experimentación, que hoy en día es uno de los elementos más importantes de la ciencia moderna. De todas maneras, se acepte o no a la Alquimia como la cuna de la química moderna, merece nuestro respecto como mística experimental que buscaba el misterio de los metales y su relación con el alma del Universo”

La alquimia fue una de las principales precursoras de las ciencias modernas, y muchas de las sustancias, herramientas y procesos de la antigua alquimia han servido como pilares fundamentales de las modernas industrias químicas y metalúrgicas.

La alquimia occidental ha estado siempre estrechamente relacionada con el hermetismo, un sistema filosófico y espiritual que tiene sus raíces en Hermes Trimegisto, una deidad sincrética grecoegipcia y legendario alquimista. Sin embargo, la alquimia es mucho más antigua que lo que hoy día conocemos como Occidente. Podemos afirmar que la alquimia fue practicada en Mesopotamia, el Antiguo Egipto, Persia, la India y China, en la Antigua Grecia y el Imperio romano, en el Imperio islámico y después en Europa hasta el siglo XVIII, en una compleja red de escuelas y sistemas filosóficos que abarca al menos 2500 años.

Vulgarmente se conoce la Alquimia por la búsqueda de la Piedra Filosofal cuando, desde el punto de vista filosófico deberíamos hacer matices. La Piedra filosofal sería un compuesto capaz de dar la vida eterna; pero la vida eterna, para el místico o el alquimista no era la vida eterna terrenal sino la vida del espíritu. Cuando se hablaba de mercurio, azufre o crisoles se usaban términos materiales para ocultar mensajes espirituales. La Alquimia usaba la química, o lo que en el futuro sería la química, pero poseía también un componente hermético muy marcado que conviene entender y separar o uno acaba por caer en la charlatanería más burda…y supongo que a nadie se le pasará por la cabeza tratar de charlatán a Isaac Newton o a Roger Bacon.

Isaac Newton dedicó mucho más tiempo y escritos al estudio de la alquimia que a la óptica o la física, por lo que es célebre. Otros eminentes alquimistas del mundo occidental son Roger Bacon, Santo Tomás de Aquino, Tycho Brahe, Thomas Browne, Ramon Llull y Parmigianino. El nacimiento de la química moderna surgió con los aprendices de alquimia desencantados de su nulo progreso alquímico y con los críticos resentidos de la alquimia; tanto unos como otros lograron progresos en varios campos de la naturaleza en el siglo XVIII, con el que proporcionaron un marco más preciso y fiable para las elaboraciones industriales y la medicina, libres del hermetismo propio de la alquimia (pues la alquimia nunca se prodigó como ciencia de multitudes), y entrando en un nuevo diseño general de conocimiento basado en el racionalismo. A partir de entonces, todo personaje que entroncaba con la alquimia o que “oscurecía” sus textos fue despreciado por la naciente corriente científica moderna.

Volviendo al concepto de la Piedra Filosofal, los alquimistas afirmaban que podría transformar el plomo en oro, es decir, transmutar los metales. Eso que parecía y parece a muchos una quimera no lo es ya tanto pues los químicos saben que es posible convertir unos compuestos en otros, otro tema es que sepamos cómo hacerlo o tengamos la tecnología necesaria para lograrlo. No obstante, en el siglo XI, hubo un debate entre los químicos del mundo musulmán de si era o no posible la transmutación de sustancias. Un opositor principal fue Avicena (Ibn Sina), 1 quien desacreditó la teoría de la transmutación de las sustancias, diciendo: «Los de la nave química saben bien que ningún cambio se puede realizar en las diferentes especies de sustancias, aunque pueden producir la apariencia de tales cambios

La transmutación de la materia, disfrutó de un momento dulce en el siglo XX, cuando los físicos lograron transformar átomos de plomo en átomos de oro mediante reacciones nucleares. Sin embargo, los nuevos átomos de oro, al ser isótopos muy inestables, resistían menos de cinco segundos antes de desintegrarse. Más recientemente, informes de transmutación de elementos pesados —mediante electrólisis o cavitación sónica— fueron el origen de la controversia sobre fusión fría 2 en 1989.

Para terminar diremos que aunque se cree que ya los Sumerios usaban la alquimia, se considera que la alquimia como tal nace en Egipto o, al menos, es en dicho lugar donde despega o toma su mayor fuerza y de donde luego se bebería cuando esta resurge en todo Europa.

La leyenda cuenta que el fundador de la alquimia egipcia fue el dios Tot3, llamado Hermes-Tot o Hermes Trimegisto (‘Tres veces grande’) por los griegos. Según la leyenda, escribió los llamados cuarenta y dos Libros del Saber, abarcando todos los campos del conocimiento, alquimia incluida. El símbolo de Hermes era el caduceo o vara con serpientes, que llegó a ser uno de los muchos símbolos principales de la alquimia. La Tabla de Esmeralda o Hermética de Hermes Trimegisto, conocida solo por traducciones griegas y árabes, es normalmente considerada la base de la filosofía y práctica alquímicas occidentales, llamada filosofía hermética por sus primeros seguidores.

El primer punto de la Tabla de Esmeralda cuenta el propósito de la ciencia hermética: “en verdad ciertamente y sin duda, todo lo que está abajo es como lo que está arriba, y todo lo que está arriba es como lo que está abajo, para realizar los milagros de una cosa” Esta es la creencia macrocosmos-microcosmos principal para la filosofía hermética. En otras palabras, “el cuerpo humano (el microcosmos) se ve afectado por el mundo exterior (el macrocosmos), que incluye los cielos a través de la astrología y la tierra a través de los elementos, aunque cuando uno logra el dominio sobre el mundo interior, comienza a ser capaz de controlar el mundo exterior de formas poco convencionales

Profundizando un poco en la parte más hermética los alquimistas nos hablan de los cuatro elementos: Aire, agua, fuego y Tierra y de un quinto elemento o quintaesencia a la que denominan  éter. A buen seguro que te suena de lo que te estoy hablando ¿verdad?  Pues vamos a seguir (y concluir) dando una tabla de componentes químicos y lo que herméticamente significaban.

De acuerdo con Paracelso 4, las Tres Bases (Tria Prima) son:

  • El Azufre, el principio vital, anónimo e inconsciente.
  • El Mercurio, el alma y la conciencia.
  • La Sal, el cuerpo, lo sólido, la materia en el sentido propio.

Los Cuatro Elementos, que ya comentamos, muestran las características de calor, frío, sequedad y humedad:

  • El Fuego (elemento), cálido y seco
  • El Agua (elemento), fría y húmeda
  • El Aire (elemento), cálido y húmedo
  • La Tierra (elemento), fría y seca

Los Siete Metales Planetarios que fueron “dominados” o “manejados” por uno de los siete cuerpos celestes de la antigüedad. Aunque tenían su propio símbolo, normalmente fueron representados por el símbolo del cuerpo correspondiente.

  • Oro representado como el Sol ☉ ☼
  • Plata representado como la Luna ☽
  • Cobre representado como Venus ♀
  • Hierro representado como Marte ♂
  • Estaño representado como Júpiter ♃
  • Mercurio representado como Mercurio ☿
  • Plomo representado como Saturno ♄

Los planetas Urano, Neptuno y el planeta enano Plutón fueron descubiertos posteriormente y no forman parte de símbolos alquímicos tradicionales. Algunos alquimistas modernos consideran apropiados los símbolos de estos planetas para representar los metales radiactivos uranio, neptunio y plutonio.

Así pues, cuando te hablen de alquimia no te quedas en lo exterior sino que penetra en su interior y verás, así, que mucho de lo que ella ha dicho a lo largo de su historia puede ser demostrado ahora. Eso sí, hazlo precavido porque como en todas partes, muchos charlatanes se aprovechan de la ignorancia de la gente y han llamado alquimia a lo que no lo es obteniendo de la pobre gente grandes beneficios.

Te dejo con los primeros versos de la Tabla Esmeralda, considerada por muchos como base de Alquimia, seguro que reconoces muchas de sus frases ¿verdad?

Verdad, sin falsedad, cierto y muy verdadero,
lo que está arriba es como lo que está abajo y
lo que está abajo es como lo que está arriba,
para la realización de los milagros de la Cosa Una.
Y como todas las cosas proceden de Una, por la mediación de Una,
Así todas las cosas tienen su origen en esta Cosa Una por adaptación

 

Próxima entrega: Hablemos de  (3 de 17) – Los misterios (1 de 2)

Entrada anterior: Hablemos de (1 de 17) – Astrologia

Notas

  1. Ibn Sina o Avicena (por su nombre latinizado) es el nombre por el que se conoce en la tradición occidental a Abū ‘Alī al-Husayn ibn ‘Abd Allāh ibn Sĩnã; Bujará, Gran Jorasán, c. 980 – Hamadán, 1037). Fue médico, filósofo, científico, polímata, musulmán, de nacionalidad persa por nacimiento. Escribió cerca de trescientos libros sobre diferentes temas, predominantemente de filosofía y medicina.

    Sus textos más famosos son El libro de la curación y El canon de medicina, también conocido como Canon de Avicena. Sus discípulos le llamaban Cheikh el-Raïs, es decir ‘príncipe de los sabios’, o el más grande de los médicos, el Maestro por excelencia, o en fin el tercer Maestro (después de Aristóteles y Al-Farabi).

  2. La fusión fría es el nombre genérico dado a cualquier reacción nuclear de fusión producida a temperaturas y presiones cercanas a las condiciones ambiente ordinarias, muy inferiores a las necesarias normalmente para la producción de reacciones termonucleares (millones de grados Celsius), utilizando equipamiento de relativamente bajo coste y un reducido consumo eléctrico para generarla. Nunca pudo comprobarse la posibilidad real de esta hipótesis y actualmente es considerado un bulo, atento que toda fusion implica grandes cantidades de energía
  3. Dyehuthy (ḏḥwty) en antiguo egipcio, en griego Tot, es el dios de la sabiduría, la escritura, la música, los conjuros, hechizos mágicos y símbolo de la Luna en la mitología egipcia. También se puede ver escrito como Thot, Toth o Thoth. Nombre egipcio: Dyehuty. Nombre griego: Tot. Divinidad griega: Hermes.
  4. Theophrastus Phillippus Aureolus Bombastus von Hohenheim, conocido como Paracelso o Teofrasto Paracelso (10 de noviembre de 1493 – Salzburgo, 24 de septiembre de 1541), fue un alquimista, médico y astrólogo suizo conocido porque se creía que había logrado la transmutación del plomo en oro mediante procedimientos alquímicos y por haberle dado al cinc su nombre, llamándolo zincum. Se trata de una de las figuras más contradictorias e interesantes de la historia de la medicina. Su incesante búsqueda de lo nuevo y su oposición a la tradición y los remedios heredados de tiempos antiguos le postulan como un médico moderno, adelantado a sus contemporáneos

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