Hablemos de…. (14 de 17) – El Tarot

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El origen del Tarot se pierde en el origen de los tiempos. Ante la falta de pruebas concluyentes, muchos autores han preferido dejar volar su imaginación proponiendo hipótesis de todo tipo que involucran a los atlantes, los egipcios, los gitanos, los babilonios, los hebreos, los hindúes, los musulmanes, los albigenses, los benedictinos, etc. Sin embargo, la mayor parte de la literatura sobre este tema carece de documentación válida contrastada y se suele citar fuentes oscuras e incluso inexistentes.

 Una leyenda cuenta que los sabios de Egipto, frente al avance de los ejércitos invasores, quisieron preservar todos los conocimientos de los que eran depositarios. Y para guardar de la forma más segura estos conocimientos para las generaciones futuras, decidieron recurrir al vicio del hombre, ya que la virtud, en el ser humano, es más frágil que una copa de fino cristal. El vicio escogido fue el juego. Entonces todos los conocimientos iniciáticos fueron guardados simbólicamente en las cartas que, sirviendo eternamente para el juego, nunca serían destruidos, pasando de generación en generación y estando siempre disponibles para que los futuros iniciados pudieran descifrar y utilizar sus conocimientos. Así, los profanos verían tan solo unos naipes con dibujos más o menos bonitos, pero los iniciados podrían leer en ellos todo el conocimiento de los antiguos sabios.

En su obra “La ciencia arcana” Phileas del Montesexto afirma que “el primero en hablar de un nacimiento en Egipto del mismo fue Antoine Court de Gébelin en su obra “Le Monde primitif, analysé et comparé avec le monde moderne” (1781), donde indica: “Si se nos dijera que existe en nuestros días una obra del antiguo Egipto, un libro que se salvó del incendio que redujo a cenizas sus magníficas bibliotecas y en el que se trata de las más puras doctrinas, referentes a ciertos asuntos muy importantes, es seguro que una gran mayoría se apresuraría en conocer un libro tan extraordinario y precioso.

Y sigue posteriormente: “El reconocido ocultista francés Eliphas Lévi se hizo eco de esta afirmación y en sus obras divulgó esta relación del Tarot con la tierra de los faraones: “La base de la ciencia jeroglífica absoluta era un alfabeto en el que las deidades estaban representadas con letras, las letras representadas con ideas, las ideas eran convertibles en números, y los números eran signos perfectos.

Este alfabeto jeroglífico fue el gran secreto que Moisés encerró en su Cabala; su origen egipcio es conmemorado en el Sepher Yetzirah, en el que se lo refiere a Abraham. Ahora bien, este alfabeto es el famoso Libro de Thoth, y el Conde de Gébelin fue quien adivinó que había sido preservado hasta nuestros días en forma de cartas del Tarot”

 Desde entonces ha habido autores que apoyan el origen egipcio del Tarot y otros que lo rechazan. Así, el doctor Gérard Encausse (Papus) afirmó sin tapujos que “el Tarot de Marsella 1 es efectivamente la representación exacta del Tarot egipcio primitivo 2”. También Paul Foster Case cree que Eliphas Levi esta en lo cierto.

Por la contra, uno de los más críticos con la suposición de la raíz egipcia fue René Guénon señalando que “el Tarot nunca ha representado un libro de Hermes, de Thoth o de Enoch más que en ciertas concepciones muy recientes, y sólo es “egipcio” del mismo modo que los bohemios (gitanos, zíngaros, etc) a quienes también se ha dado ese nombre”

Sea como sea, el Tarot es algo más que un simple juego de cartas para adivinación. El Tarot puede ser interpretado como:

      • Un viaje iniciático: Pues se trataría de un sistema de símbolos que usados de modo correcto nos llevarían al autoconocimiento.
      • Un método adivinatorio: La mayor parte de los estudiosos afirmar que esto no es más que una degeneración popular de su uso, del mismo modo que se puede adivinar con los naipes de cualquier otra baraja.
      • Un simple juego de cartas: Varios escépticos como el inglés Michael Dummet señalan que el Tarot es un simple juego de cartas, un divertimento surgido en el Norte italiano durante el siglo XV, negando toda vinculación con el esoterismo y con tradiciones antiguas
      • Una síntesis de antiguas doctrinas: Mircea Eliade afirma que ciertos conocimientos debieron “camuflarse” y el mejor medio para esto fue un mazo de cartas, pues el juego perdura y eso garantizaba que los conocimientos seguirían a mano de los iniciados.

Como muestra del conocimiento iniciático que se oculta en las cartas daré unas pinceladas sobre la primera carta del Tarot (versión Marsella). Una primera visión de la carta ya nos revela en la parte inferior derecha una letra hebrea, lo cual ya nos pone en antecedentes de que no estamos ante una simple carta de un juego de naipes.

Exotéricamente, es decir, para un profano en el tema, el Loco es el dibujo de un hombre descuidado que mira al cielo y está cerca de caer desde una gran altura en un profundo abismo. Corresponde exactamente a la sabiduría proverbial relativa a la tontería de tener la cabeza en las nubes. Pero incluso así nos enseña que hay que mirar donde se pisa y fijarse por donde nos conducimos. No debemos proyectarnos tan lejos en el futuro que perdamos de vista dónde estamos ahora. Los sueños, las visiones y los ideales tienen su lugar apropiado, pero quien se pierde en la contemplación de irrealidades se incapacita para enfrentarse a los asuntos prácticos de la vida.

Pero también es posible ver un significado esotérico solo accesible a los iniciados. El número cero, en aritmética oculta, representa la Unidad Absoluta, esa Realidad Una que está antes de todo principio. No es algo que conozcamos directamente. No podemos sentirla. No podemos definirla. No podemos probar que existe realmente, porque está más allá de nuestra lógica y de nuestro razonamiento, así como más allá de toda otra limitación concebible. Esta representación de la Unidad Absoluta se confirma con la letra hebrea que citamos al comienzo del análisis ya que es la letra que se usa para representar a Dios, el Uno, es la letra Alef.

Otro punto oculto pero fácil de ver es el siguiente. Un examen cuidadoso de esta carta te mostrará que aunque El Loco se encuentra cerca o al borde de un precipicio hay suficiente espacio para que pueda dar otro paso adelante. La tradición esotérica que ha llegado hasta nosotros procedente de los inventores originales del Tarot dice que este detalle del simbolismo representa una verdad eterna: No importa cuán lejos pueda avanzar el Poder de Vida, siempre puede dar un paso más.

También vemos que hemos de hacer caso a nuestra conciencia, representada en este caso por la figura del perro que tratar de avisar al loco del peligro al cual se acerca. Siempre es posible dar un paso más, pero no es posible dar “pasos más” a lo loco, de modo continuado. La razón, la conciencia, de avisa, te lo dice claramente “avanza un poco más, pero con seguridad. Detente, analiza donde estás y luego calibra si es posible un nuevo avance. Despeñarse por el acantilado es equivalente a no ser capaz de continuar tu sendero hacia la Luz. No se puede avanzar a lo loco, al tun tun, si no has asimilado lo anterior no comprenderás lo que sigue

 

Entrega anterior: Hablemos de (13 de 17) – La tetraktys pitagórica

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NOTAS

  1. Existen varios  tipos de juegos de cartas del Tarot, el Tarot de Marsella utiliza la baraja de cartas del Tarot más conocida y de la cual derivan todas las posteriores. Se trata de un juego de 78 cartas, distribuidas en dos grupos: arcanos mayores y arcanos menores. Una larga investigación llevó a Michael Dummett, filósofo y estudioso de los juegos de cartas, a concluir que – a falta de evidencia más antigua – el mazo del Tarot probablemente se inventó en el norte de Italia en el siglo XV y se introdujo en el sur de Francia cuando los franceses conquistaron Milán y Piamonte en 1499. Los antepasados del Tarot de Marsella podrían haber llegado a Francia en esa época. Los dibujos son de carácter medieval y quizás tengan influencia del arte del vitral gótico, bien por la línea de trazo similar, o bien por los colores
  2. Esta afirmación es realizada en su obra “El Tarot de los Bohemios”

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