De este modo las experiencias del alma son conservadas duraderamente no sólo entre los límites del nacimiento y la muerte sino más allá aún de esta.
El alma imprime sus propias experiencias, no solamente en el espíritu, que en ella se refleja, sino que la imprime, como ha sido demostrado, también, en el mundo externo mediante la acción. Lo que el hombre realizó ayer, existe hoy como efecto. Una imagen de la relación entre causa y efecto a este propósito, nos la proporciona la comparación entre el sueño y la muerte. Seguir leyendo