“Existen otros mundos, pero están en este”
Como hemos reiterado en múltiples ocasiones, debido a la importancia crucial de este tema, el ser humano no está solo en la vida, luchando desesperadamente por sobrevivir en el turbulento día a día. El ser humano forma parte de una sociedad “invisible”, que no puede percibir objetivamente debido a la limitación de sus sentidos físicos para captar lo espiritual y metafísico. Sin embargo, es posible establecer ciertos contactos con esta «sociedad» tras un período de práctica y recorrido. Cuando hablamos de recorrido, nos referimos al camino iniciático que toda orden iniciática propone como símbolo de la búsqueda de la verdad y la luz, un camino para aquellos buscadores realmente interesados y comprometidos con su desarrollo interno y espiritual
En publicaciones anteriores mencionamos que el concepto de espacio y tiempo no existe como lo percibimos en nuestro mundo físico. La mente interior, liberada de las ataduras materiales, tiene la capacidad de superar la velocidad de la luz y expandir su consciencia hacia el futuro o el pasado, hacia lo más profundo de su ser o hasta la galaxia más remota perdida en los confines del Infinito, todo en cuestión de segundos. Esto, sin embargo, no implica que fuera de lo material no existan límites. Más bien, dichos límites son de naturaleza distinta a los materiales y, desde nuestra limitada comprensión, parecen no existir.
La distancia solo existe para el cuerpo físico del individuo. Cuanto más evolucionado psíquicamente se vuelve el cuerpo interior, más altas son también sus vibraciones y entonces es capaz de armonizarse con mentes cada vez más superiores. Porque recuerde usted que, como dice el Kybalion: Todo es vibración.
La armonización con otros seres consiste realmente en algo tan simple como vibrar a su misma frecuencia, en resonar con ellos. Tan sencillo es de escribir y comprender como complicado de ejecutar y lograr. Elevar las vibraciones de nuestro yo interior presenta un desafío. Alcanzar la pureza necesaria requiere esfuerzo, y el desconocimiento de lo que nos espera genera temor en nuestra mente material, que se resiste a avanzar. Es como el elefante que, al estar atado a una débil ramita, permanece inmóvil, convencido de su incapacidad para liberarse, porque de pequeño, en su fragilidad, lo intentó sin éxito. Pero si insistimos, si perseveramos, es posible. Así, cuando un individuo se armoniza con una mente superior, pudiendo incluso llegar a ver el cuerpo psíquico de ella ocupa, no quiere decir que esta mente haya venido hasta él. Lo que el individuo apenas elevó fue la intensidad de sus vibraciones y pasó a vibrar en el tono de la mente superior, pudiendo así comunicarse con ella.
Si usted se pregunta ahora mismo donde estamos en este momento, podemos responder que estamos con usted, pero necesariamente no salimos de donde estábamos antes. Usted es quien elevó la frecuencia de sus vibraciones y pasamos a vibrar en un acorde consonante y perfecto, en resonancia.
Sabemos que no es sencillo de comprender, así que vamos a poner un símil, una fábula explicativa que le aclarará la idea expuesta. Imagínese ahora habitando el interior de una gran caja de paredes negras. Por la parte superior apenas puede ver el cielo. Usted no sabe ni que existe un mundo fuera de su caja.
Un día alguien le saca, por una fracción de segundo, de dentro de la caja, retira esta y le coloca donde estaba antes. ¿Qué sucede? Usted mira, atónito, y cree estar en un mundo diferente, talvez a miles de kilómetros de distancia de su caja. Sin embargo, usted está en el mismo lugar. Entonces alguien cambia su caja de paredes negras por otra transparente. Usted es colocado en su nueva caja, porque fuera de ella no se cumplen las condiciones físicas necesarias para su supervivencia por mucho tiempo.
Pero ahora existe una gran diferencia: Usted puede ver el mundo a su alrededor y entiende que está allí mismo, al alcance de sus ojos y de su comprensión; puede incluso comunicarse con los seres que habitan el mundo exterior de su caja. Están tan cerca y nunca se había dado cuenta de ello.
Esa caja puede usted interpretarla como el planeta Tierra o el mundo material en el cual vivimos. Lo exterior es todo lo demás, el amplio universo espiritual que nos rodea y en el cual no podemos permanecer por mucho tiempo con nuestra envoltura mortal…pero que existe. Es real. Y podemos comunicarnos con él si realmente lo queremos.
Las personas que entienden la ley de las vibraciones comprenden que puede estar mucho más cerca del Sol de lo que está de su vecino en el asiento del conductor, perciben que la distancia no se mide en kilómetros sino en términos de frecuencias vibratorias, comprenden que un simple ejercicio de introspección acompañado por movimientos respiratorios es capaz de correr en la escala vibratoria y aproximarles a Dios más rápidamente que si ,caminando, diesen dos simples pasos.
Ahora solo queda que, como siempre les digo: Investiguen y aprendan, no den nada por definitivo, es la única manera de alcanzar la Luz.