La eterna Juventud

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fuentedelavidaDesde que la raza humana pisa esta Tierra ha tenido en mente el vivir más y más años. Bueno, quizás no desde aquellos tiempos en que no éramos más que unos monos avanzados, pero si desde hace relativamente mucho tiempo.

A poco que nos fijemos encontramos grandes referencias hacia ese deseo. Sin ir muy lejos ¿Quién no ha oído hablar de la fuente de la eterna juventud? ¿quién no ha oído hablar de la piedra filosofal? En ambos casos se otorgaba no sólo la juventud sino la eternidad, la inmortalidad.

Sin ir tan lejos, también esta la leyenda de Shangri-la, nombre dado a un lugar maravilloso donde el tiempo se detenía en la mítica película de Horizontes perdidos (1937). Lo que muchos no saben es que el autor del libro en que se basa la película seguramente se basó en la ciudad de Shambhala, en la tradición budista tibetana, Shambhala (o Śambhala) es un reino mítico escondido en algún lugar más allá de las montañas nevadas del Himalaya.

El cine ha sido prodigo en el tema. El cartel que figura encima lo deja bien claro, su argumento es simple, un hombre busca la fuente de la vida, la posibilidad de vivir para siempre con el fin de salvar a su mujer de una muerte segura por cáncer. Más reciente, y mucho menos romántica podemos citar la serie de Los inmortales. Siguiendo con los mitos no podemos dejar de citar el elixir de la eterna juventud buscado por los egipcios, babilonios, los alquimistas de la Edad Media y, más recientemente, por la ciencia médica.

Pero dejemos ahora la mitología y volvamos a la realidad. Recientemente, se ha anunciado un nuevo «medicamento» que si bien no nos hará eternos, si nos hará vivir mejor y más tiempo. Se sabía que uno de los compuestos contenidos en la uva era muy bueno para esto, pero la cantidad que había que tomar para que la dosis fuese efectiva era demasiado grande. Lo que han conseguido es aislar ese componente y crear una píldora ( el Revidox) con la dosis adecuada, para lo que es preciso procesar 45 kilos de fruta ( no quiero ni pensar en el precio que le pondrán).

japan-okinawa-mapSin embargo, siendo ya un poco más serios, ¿quien no conoce la gran longevidad de los habitantes de Okinawa? Estudios realizados por prestigiosas Universidades han dado como resultado ciertos hábitos saludables.

La dieta de los ancianos de Okinawa es baja en grasa, sal y azúcar. No fuman, su consumo de alcohol es muy moderado, hacen ejercicio regularmente (muchos de ellos cultivan su pequeño huerto). Comen mucha verdura, y fruta justamente la que ellos cultivan…

Pero sobre todo, se sienten útiles y queridos. Si, una de las claves de la longevidad es que nuestra vida tenga un sentido, que nos arropen. Todos los años, en Okigawa se celebra la fiesta de la longevidad ( o así podríamos llamarla) en ella se premia al más anciano, se homenajea a todos los que han llegado a un cierta edad. Pero lejos de ser una fiesta puntual, es un resultado de su forma de vida. Durante todo el año, los ancianos son respectados, consultados, apreciados… son útiles a la sociedad y, lo más importante, ellos se sienten útiles, con ganas de enseñar a los que vienen detrás.

Como consecuencia estamos ante un población que no conoce el strees: mal pueden conocerlo si se dejan guiar por los ancianos; por mucho que quieran apurar no pueden, su cuerpo es viejo. Pero eso no importa, ellos siguen el ritmo que dicta su cuerpo, la naturaleza, no poseen los nervios por acabar, ese nerviosismo de la sociedad actual que nos enferma.

Todo esto hace que sean longevos, pero es que además su salud es de hierro, raro es el anciano que enferma y cuando lo hace suele ser de manera leve. Cuando la enfermedad es grave suele ser ya en edad avanzada y como preámbulo a su muerte.

Así pues, estamos lejos de la mitología, de la eterna juventud o de la inmortalidad; pero si queremos acercarnos algo a esa meta desde luego vamos por mal camino en la sociedad actual, deberemos cambiar muchas cosas y volver a fijarnos en la naturaleza, en darnos nuestro tiempo, en no estresarnos, en sentirnos útiles y arropados…en definitiva, miremos a los ancianos de Okigawa y aprendamos de ellos.

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