Los registros akáshicos (de akasha, en sánscrito: cielo, espacio, éter), se definen como una especie de memoria (de todo lo que ha acontecido desde el inicio de los tiempos) que estaría registrada en el éter. En ese lugar, en ese eter, se graba o almacena todo el conocimiento del mundo, toda la historia del Universo, entendiendo por Universo el Universo entero, incluso aquél que no conocemos.
El adjetivo akáshico es un neologismo creado por la teósofa británica Annie Bésant (1847-1933), que proviene de ākāśa, un término existente en el antiguo idioma sánscrito de la India, que significa ‘éter’ Pero no hay ninguna palabra sánscrita que signifique «registro akáshico», a pesar de que el sánscrito es un idioma muy exhaustivo en lo que respecta a nombrar fenómenos paranormales.
Como se ha dicho, lo más probable es que la primera mención a los registros akáshicos se encuentre en un libro de la ocultista británica Annie Bésant (The Ancient Wisdom, ‘La sabiduría antigua’, de 1898).
Según la británica Besant, aquellos que pueden acceder a estos registros serían personas con dones espirituales, tales como los chamanes u otro tipo de médiums, los cuales se diferenciarían unos de otros en cuanto al modo de ingreso en dichos registros, pudiendo ser por medio del sueño lúcido, la proyección astral u otras formas de «experiencias fuera del cuerpo».
El autor Arthur Powell, en su libro «El cuerpo mental», publicado en 1927, dedica todo un capitulo a los registros Akásicos y este es justo el que les transcribo aquí mismo resumido.
….La palabra Akásico no es del todo exacta, porque, aunque tales registros se leen en el Akasha, o materia del mundo mental, no pertenecen realmente a dicho plano. Menos exacto aun es el nombre que se les da a veces en la primitiva literatura sobre el tema, o sea, «Registros de Luz Astral»; por cuanto se encuentran mucho más allá del plano astral, y en éste sólo se encuentran fragmentos, como veremos luego. La palabra akásico es adecuada, únicamente, porque en el plano mental nos ponemos, por primera vez, en contacto con tales Registros, y podemos trabajar con confianza con ellos…..
… De manera que, todo cuanto ocurre dentro de nuestro sistema está comprendido en la conciencia del Logos. Vemos, pues, que el verdadero Registro es Su memoria.
Es igualmente claro que, en cualquier plano que tal memoria exista, ha de estar muy por encima de todo cuanto conocemos. En consecuencia, cualquier Registro, que seamos capaces de leer, ha de ser únicamente un reflejo del gran original, proyectado en el medio más denso de los planos inferiores….
…. En el plano astral, tal reflejo es extraordinariamente imperfecto. Lo que se puede ver allí es fragmentario en extremo y, con frecuencia, grandemente deformado….. Ahora bien, en el plano astral no puede haber nada que se acerque a lo equivalente de una superficie tranquila; por el contrario, tenemos allí un movimiento sorprendentemente rápido; por lo tanto, no podemos esperar un reflejo claro y preciso. Por esta razón, el clarividente, cuya visión esté limitada al astral, no puede tener confianza en ninguno de los cuadros que se le presenten; pues no son ni exactos ni perfectos. Puede que alguna porción de ellos lo sea, pero no tiene manera de saberlo. Mediante largo y cuidadoso entrenamiento, quizás, aprenda a distinguir entre las impresiones dignas de confianza y las que no lo son, y construir con reflejos fragmentarios la imagen del objeto reflejado. Usualmente, sin embargo, antes de que haya conseguido salvar esta dificultad, habrá desarrollado la visión mental, que hace innecesario tal trabajo.
En el plano mental, las condiciones son muy diferentes. En éste, los Registros son completos y exactos; además los errores, al leerlos, son imposibles. Esto quiere decir que, los clarividentes que utilicen la visión mental y examinen un cierto Registro, verán todos el mismo reflejo precisamente, y cada uno obtendrá una impresión correcta de tal lectura.
…..
En el plano mental, los Registros tienen dos aspectos ampliamente diferentes.
Primero: Si el observador no piensa, especialmente, en ellos, los Registros forman sólo un fondo a lo que está ocurriendo. Bajo tales condiciones, son, en realidad, meros reflejos de la incesante actividad de una gran conciencia que actúa en un plano mucho más elevado, y tienen la apariencia como la del cinematógrafo. La acción de las figuras reflejadas es constante; es como si estuviéramos observando los actores de un escenario distante.
Segundo: Si el observador competente dirige su atención a una escena determinada, como este plano es el del pensamiento sin entorpecimientos, tal escena aparece, instantáneamente, ante él. Así, por ejemplo, si desea ver el desembarco de Julio César en Bretaña, al instante se ve, no mirando el cuadro, sino en la costa entre los legionarios; la escena se desarrolla a su alrededor, exactamente, como la hubiera visto si hubiera estado allí, cuando ocurrió en el año 55 a. C. Los actores serían, naturalmente, inconscientes de su presencia, puesto que son sólo reflejos; el observador tampoco puede cambiar, en manera alguna, el desenvolvimiento de la escena; sin embargo, tiene el poder de regular la rapidez con que el drama se desarrollará ante él. De esta manera, puede hacer que los sucesos de un año pasen ante él en el-curso de una hora. Puede, también, detener el movimiento en cualquier momento, y mantener a la vista una escena particular todo el tiempo que quiera. En estas observaciones, no sólo ve todo lo que hubiera visto, físicamente, si hubiera estado presente, cuando los sucesos ocurrieron, sino que oye y entiende lo que la gente dice; además, es consciente de sus pensamientos y motivos.
Hay un caso especial en que el investigador puede entrar en contacto más íntimo con los Registros. Si está observando una escena en la que él mismo tomó parte, en una vida anterior, se le abren dos posibilidades:
1. Puede considerarla de la manera usual como simple espectador, aunque, como se indicó antes, un espectador cuya percepción y simpatía son perfectas.
2. Puede identificarse, una vez más, con la personalidad, muerta hace tiempo, y volver a experimentar los pensamientos y emociones de entonces. En efecto, recobra de la conciencia universal la porción con la cual estuvo asociado…..
…. Corrientemente, es posible determinar la fecha de cualquier Registro que se haya examinado; pero ello demanda considerable labor e ingenuidad. Hay muchas maneras de hacer esto:
1. El observador puede escudriñar la mente de alguna persona inteligente, que aparezca en el cuadro, y ver a qué fecha tal persona atribuye la escena.
2. Puede observar la fecha escrita en alguna carta o documento. Tan pronto como obtiene la fecha, sea de acuerdo con el sistema cronológico romano o griego, es mera cuestión de cálculo reducirla al sistema actual.
3. Puede dirigir su atención a algún Registro contemporáneo, la fecha del cual pueda averiguar fácilmente en fuentes históricas corrientes. En tiempos relativamente recientes, no hay, por lo común, gran dificultad para determinar fechas; pero, tratándose de tiempos antiguos, se han de emplear otros métodos.
Aun en el caso de que la fecha se pueda leer en la mente de alguien, actuando en el cuadro, puede presentarse la dificultad de relacionar el antiguo sistema de fechas con el de la época del observador. En tales casos, el observador puede hacer pasar los Registros ante él (lo que puede hacer a cualquier velocidad) y contar los años desde una fecha ya conocida….
…. La lectura correcta de los Registros sólo es posible después de una cuidadosa preparación. Como hemos visto, para poder leerlos debidamente, es necesaria la clarividencia mental. En efecto, para disminuir la posibilidad del error, la visión mental ha de ser completa, mientras el investigador está dispuesto en el plano físico. Para conseguir éste se requieren muchos años de labor y rígida disciplina. Además; como los verdaderos Registros se encuentran en un plano, al presente, fuera de nuestro alcance, para comprenderlos perfectamente se requieren facultades de orden mucho más elevado que las desarrolladas por la humanidad. Por lo tanto, nuestra comprensión del entero tema ha de ser, necesariamente, imperfecta; por cuanto lo consideramos desde abajo, en lugar de considerarlo desde arriba.
No se han de confundir los Registros Akásicos con las meras formas mentales, creadas por el hombre y existentes en tanta abundancia, tanto en el plano mental, como en el astral. Así, por ejemplo, como vimos en el Capítulo VIII, cualquiera gran suceso histórico, sobre el cual se ha pensado constantemente y del cual muchas personas tienen una imagen vívida, existe en el plano mental como forma de pensamiento preciso. Lo mismo se puede decir de los personajes del drama, de la novela, etc. Tales productos del pensamiento (con frecuencia inexacto e ignorante, nótese bien) se ven con más facilidad que los verdaderos Registros Akásicos; porque, como ya hemos dicho, leer éstos requiere preparación especial, mientrasque para ver formas mentales basta un simple vislumbre del plano mental.
En realidad, muchas visiones de santos, videntes, etc., no son verdaderos Registros Akásicos, sino meras formas mentales……
Y aquí lo dejamos porque ya es largo, aún siendo un resumen, y si os pongo todo me vais a mandar a un lugar poco recomendable.
Y, como siempre les digo: Investiguen y aprendan, no den nada por definitivo, es la única manera de alcanzar la Luz.
1 comentario
Hola que tal. Enhorabuena por el Blog, me ha gustado mucho. Cierto que es un poco largo, pero muy interesante e enrriquecedor.
Yo también he creado hace poco un blog, se llama “78cartas” y trato temas sobre tarot, numerología, astrología, runas, mitología, religión, etc. Me encantaría que lo visitarais y me dijerais vuestra opinión por favor!!
Un saludo
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