Hoy en dia, la mayoría de las religiones poseen sus templos y figuras o símbolos a los que adoran, uno de los más conocidos por nosotros en Europa es la Cruz de los católicos; pero existen otros muchos ejemplos, por poner alguno, se puede asociar los totems indios de América con algo similar, o las estatuas de Ra y Osiris en Egipto. En muchos casos se dice que no se adora la imagen, sino lo que esta representa; pero, en el fondo, la gente se postra ante una imagen por una u otra razón.
Esto se denomina «iconódulo», que proviene de las palabras «icono» (imagen) y «dulía» (veneración). Pero lo que nos toca hoy es hablar de la iconoclastia, que es justo lo contrario, la deliberada destrucción dentro de una cultura de los iconos religiosos de la propia cultura y otros símbolos o monumentos, normalmente por motivos religiosos o políticos. La Real Academia de la Leguan Española la define como la «doctrina de los iconoclastas» y a su vez señala que «iconoclasta» proviene de εικονοκλάστης, rompedor de imágenes, y se define como tal en particular al «hereje del siglo VIII que negaba el culto debido a las sagradas imágenes, las destruía y perseguía a quienes las veneraban».
La iconoclasia condenaba la realización de cualquier imagen sin vida (esto es, pintura o escultura) que pretendise representar a Jesús o a uno cualquiera de los Santos. Todo comenzó, en cuanto al término, en el año 754, con la siguiente declaración:
«Con apoyo en las Sagradas Escrituras y los Padres, declaramos unánimemente, en el nombre de la Santísima Trinidad, que se rechazarán y se quitarán y maldecirán de las iglesias cristianas cada imagen que se haya hecho de cualquier material y color cualquiera que sea el malvado arte de los pintores…. Si cualquiera se atreve a representar la imagen divina (χαρακτήρ, charaktēr) del mundo después de la Encarnación con colores materiales, ¡será anatema!… Si cualquiera pretende representar las formas de los Santos en pinturas sin vida con colores materiales que no son valiosas (pues esta idea es vana y la ha creado el demonio), y no representa más bien sus virtudes como imagenes vivas en sí mismas, ¡será anatema!»»
¿Y que parte de las Sagradas escrituras dice algo en que basarnos?. Pues justo esta:
“No te hagas ningún ídolo, ni nada que guarde semejanza con lo que hay arriba en el cielo, ni con lo que hay abajo en la tierra, ni con lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te inclines delante de ellos ni los adores”. (Éxodo 20:4-5)
Si ustedes han visto la pelicula «Los diez Mandamientos» seguro que recuerdan cuando las tablas de los Diez Mandamientos son creadas y la escena de adoración del Becerro de oro.
En el cristianismo primitivo el arte no tenía mayor interés porque era considerado una vanidad. La imagen era algo material, algo creado con materia y no era de recibo que representase algo espiritual y mucho menos que fuera adorado como tal. No fué hasta los siglos III y IV que aparecen las primeras representaciones de Cristo y los Apóstoles.
La razón dada era muy parecida a la expuesta por San Basilio Magno, que declaró:»
«las imágenes de los santos son útiles para inspirarnos en ellos y seguir su ejemplo».
Pero llegamos al siglo VIII y los defensores del culto a las imágenes se enfrentaron con los iconoclastas que se basaban para su creencia en lo dicho arriba de este texto. Con el apoyo del emperador bizantino León III prohibieron todo tipo de ícono o imagen representativa de Dios, Cristo o Santos y realizaron varias campañas de destrucción de estatuas y pinturas sagradas, declarando lo que ya puse arriba y vuelvo a copiar aquí para mayor comodidad vuestra.:
“Con apoyo en las Sagradas Escrituras y los Padres, declaramos unánimemente, en el nombre de la Santísima Trinidad, que se rechazarán y se quitarán y maldecirán de las iglesias cristianas cada imagen que se haya hecho de cualquier material y color cualquiera que sea el malvado arte de los pintores… Si cualquiera se atreve a representar la imagen divina del mundo después de la Encarnación con colores materiales, ¡será anatema!… Si cualquiera pretende representar las formas de los Santos en pinturas sin vida con colores materiales que no son valiosas (pues esta idea es vana y la ha creado el demonio), y no representa más bien sus virtudes como imagenes vivas en sí mismas, ¡será anatema!”.
Hoy en dia, tras todo el medievo y la construcción de las grande catedrales, adornadas tanto por dentro como por fuera de estatuas que representan a Santos, con los imágenes que se sacan en procesión casi con ardor guerrero; podemos decir que volvemos a vivir una época de adoración de imágenes o, en el mejor de los casos, de lo que ellas representan.
La pregunta final es clara: ¿Es necesario todo esto para dar fuerza a una Fe, es necesario que los creyentes (de cualquier religión) tengan representaciones de sus creeencias para creer o, por lo contrario, el auténtico creyente, el que de verdad tiene su Fe firme, prescinde de todo ello y es solo con su mente y sentimiento que cree?
Y, como siempre les digo: Investiguen y aprendan, no den nada por definitivo, es la única manera de alcanzar la Luz.
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Un tema siempre interesante éste de las imágenes, afortunadamente hoy en día ya no despierta las pasiones de antaño.
La iconoclastia fue vencida por la necesidad de adoptar una forma de manifestación y divulgación de conceptos doctrinales y momentos concretos de las escrituras, en el pasado no todo el mundo podía leer, pero una imagen podía se evocadora de una narración y traerla a la memoria.
La cuestión, ¿Cuando una imagen es evocación y cuando recibe trato de adoración?
En las logias está la escuadra y el compás y no por ello se le adora, su papel es otro, al igual que ocurre con la cruz en un templo cristiano. Pero más allá de la cruz están las imágenes con forma humana, que son sacadas de procesión y besadas por los fieles, eso está ya dentro de la idolatría.
La prohibicion de hacer imágenes que intentar evocar lo que hay en los cielos, tendría imagino, la función de no crear ideas antropmorficas de la deidad ni de las entidades espirituales.
Respondiendo a la pregunta, la fe se vive y desarrolla en el ánimo de las personas, sin necesidad de imágenes, pero sin embargo a lo largo de los siglos ha servido como un «focalizador» de la atención del creyente. No son necesarias en absoluto en mi opinión
Autor
La verdad es que si se puede hacer una clara diferencia como la que propones. En las procesiones de Semana Santa o en la de Rocio, existe una devoción casi loca por llevar las imágenes a hombros, por tocarla… pero incluso así se puede hacer la siguiente pregunta. ¿Hasta que punto es simple idolatria? ¿No podría ser una manera de mostrar la fuerte creencia que, llevada por el momento de pasión, da pie a manifestaciones tan llamativas?
Es un tema interesante y me imagino que opiniones habrá casi tantas como personas.
Tema interesante, pero a condición de convenir que «iconos» los hay tanto religiosos como laicos, o como queramos llamarlos a los que representan un equipo de fútbol, un partido político, un evento local, una empresa… La historia es que se mueven EMOCIONES ante determinados símbolos, y no me parece mal. Es inevitable.
Lo deseable sería, pienso yo, que junto a la emoción se pusiera en marcha tambien la mente racional, el pensamiento lógico, entender los símbolos todos desde la tolerancia y la racionalidad. Por desgracia, ocurre que a veces damos más peso o importancia a los instintos que al raciocinio. Así nos va…
Los iconos o símbolos de fe no tienen la culpa de que seamos tan torpes los humanos… que todavía andamos sin encontrar el equilibrio entre razón y emoción. Es tan fácil caer en el fanatismo y la intolerancia, de un lado o del otro…
Es necesario desde el momento que existe en nuestro subconsciente colectivo occidental unos ritos, dioses, mitos paganos, en la «actualidad» cristianizados.
Cierto Giordano
El culto al líder, los héroes deportivos, son formas de idolatría también, y la mente humana parece que necesita de estímulos simbólicos, lo que ocurre es que a veces convertimos las herramientas en el objeto principal de nuestros intereses.
Si en Semana Santa la gente se limitara a ver como una serie de figuras que representan la pasión de Cristo, sería una especie de representación alegórica en imágenes, pero cuando la gente vuelca su fervor sobre la imagen, como si la imagen tuviera consciencia de si misma, eso ya entra en la idolatría.
¿Cuantas veces habremos escuchado decir a alguien, que le tiene fe al Cristo de tal sitio o a la virgen de tal otro? Eso es idolatría también, porque se le atribuye a una estatua capacidades sobrenaturales
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