Filosofando un poco (9 de 10) – El dilema del prisionero.

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prisioneroTodos los masones defendemos o debemos defender la fraternidad como uno de los tres pilares sobre los que asentar esa nueva sociedad que queremos construir. El dilema del prisionero nos permite un acercamiento filosófico y un análisis de hasta qué punto la confianza, base de la fraternidad, es útil en el mundo porque sin confianza en el prójimo no es posible la fraternidad.

El dilema del prisionero es simple. La policía arresta a dos sospechosos. No hay pruebas suficientes para condenarlos y, tras haberlos separado, los visita a cada uno y les ofrece el mismo trato. Si uno confiesa y su cómplice no, el cómplice será condenado a la pena total, diez años, y el primero será liberado. Si uno calla y el cómplice confiesa, el primero recibirá esa pena y será el cómplice quien salga libre. Si ambos confiesan, ambos serán condenados a seis años. Si ambos lo niegan, todo lo que podrán hacer será encerrarlos durante un año por un cargo menor.

Lo que puede resumirse como:

  Tú confiesas Tú lo niegas
El confiesa Ambos son condenados a 6 años Tu eres condenado a 10 años y el sale libre
El lo niega El es condenado a 10 años y tu sales libre Ambos sois condenados a 1 años

Vamos a suponer que ambos prisioneros son completamente egoístas y su única meta es reducir su propia estancia en la cárcel. Como prisioneros tienen dos opciones: cooperar con su cómplice y permanecer callado, o traicionar a su cómplice y confesar. El resultado de cada elección depende de la elección del cómplice. Por desgracia, uno no conoce qué ha elegido hacer el otro. Incluso si pudiesen hablar entre sí, no podrían estar seguros de confiar mutuamente.

Si uno espera que el cómplice escoja cooperar con él y permanecer en silencio, la opción óptima para el primero sería confesar, lo que significaría que sería liberado inmediatamente, mientras el cómplice tendrá que cumplir una condena de 10 años. Si espera que su cómplice decida confesar, la mejor opción es confesar también, ya que al menos no recibirá la condena completa de 10 años, y sólo tendrá que esperar 6, al igual que el cómplice. Y, sin embargo, si ambos decidiesen cooperar y permanecer en silencio, ambos serían liberados en sólo 1 año.

Albert W. Tucker 1 nos dejó este dilema y ahora debe usted analizarlo con calma. No lo haga a la ligera porque una cosa es la teoría y otra la práctica. Póngase en situación y sea honesto con usted mismo. No tenga miedo de reconocer que usted delataría porque realmente no confía en la “buena voluntad” de su compañero…a fin de cuentas es un ladrón igual que usted ¿Cómo confiar en un ladrón? En los test, la mayoría de los participantes optan por la traición antes que por la confianza.

Sin embargo, en 1980, el investigador Robert Axelrod 2 hizo el dilema repetitivo. Los participantes repetían el dilema una y otra vez, ya fuera con el mismo compañero o con otro diferente y, lógicamente, conocía lo que había sucedido en los test anteriores. Algunos se volvieron codiciosos traicionando a los que sabían que habían confiado en su compañero; pero lo interesante es que a la larga, los jugadores altruistas tomaron ventaja y ganaron.

La modificación del dilema llevaba a cabo por Axelrod pone de manifiesto que la confianza mutua acaba por ser siempre más benéfica que la traición. La fraternidad se puede así afirmar como pilar fundamental de una sociedad del bienestar; de una sociedad donde todos confíen en que su vecino hace siempre lo correcto, que no será codicioso ni traicionero.

Este dilema del prisionero se nos presenta en todo momento y es clave en el mundo actual. El desarme de las dos potencias mundiales tras la llamada guerra fría para erradicar por completo lo que se dio en llamar la “carrera armamentista” no deja de ser un dilema. ¿Es mejor invertir dinero en tener tantas o más armas que el contrario o invertirlo en desmontar los arsenales confiando que el otro hará lo mismo? ¿Cómo estar seguro que el otro no sigue acumulando en secreto? Por suerte los presidentes de los EEUU y de la desaparecida URSS de aquella época lograron confiar el uno en el otro.

Aquí lo dejo hoy, no ha deberes ni nada como en las entregas anteriores porque seguro que el dilema ya les ha hecho pensar un poquito. 

Próxima entrega: Filosofando un poco (10 de 10) – El relativismo moral.

Notas

  1. Albert William Tucker (28 de noviembre de 1905 – 25 de enero de 1995) fue un matemático estadounidense nacido en Canadá que realizó importantes contribuciones a la Topología, Teoría de juegos y a la Programación no lineal.
  2. Robert Axelrod (n. 27 de mayo de 1943 (71 años) es un profesor de ciencias políticas y políticas públicas en la Universidad de Míchigan. Tiene cátedra en el Departamento de Ciencias Políticas en la Gerald R. Ford School of Public Policy. Antes de ejercer como profesor en Míchigan, enseñó en la Universidad de California, sede Berkeley (1968–1974). Su graduación la realizó en Ciencias Matemáticas en la University of Chicago (1964) y el PhD en ciencias políticas en Yale University (1969). Es conocido por su contribución dentro de la teoría de juegos por la cooperación y la estrategias evolutivas aplicados a la complejidad económica. En el año 1984 publicó un libro titulado: The Evolution of Cooperation (La evolución de la cooperación).

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