NOTA: Esta serie de trabajos se basan en lo expresado en la obra de Francisco Redondo Segura “La Luz Diamantina”. Libro gratuito y que pueden descargar desde https://hermandadblanca.org/libro-la-luz-diamantina-de-francisco-redondo-segura/
En el anterior artículo de esta serie dijimos que el Alma posee dos aspectos muy marcados y que era posible hablar de un Alma Humana y de un Alma Divina. Como sucede siempre en estos casos, la terminología cambia de acuerdo con la escuela de misterios que estemos estudiando y nos confunde. Determinadas escuelas afirman que existe un alma propia de los seres humanos, un alma típica del resto de seres animales. Afirman que solo el Alma Humana tiene la propiedad de ser consciente de lo que es y, por ello, tener la posibilidad de evolucionar. A mayores hablan de un Alma Divina perfecta en todo y a la que todas las demás Almas tratan de acercarse. En resumen, tenemos un Alma Divina, un Alma animal y un Alma Humana exclusiva para los seres humanos. Si lo analizamos con calma, la primera podríamos asociarla al Alma Divina de la que ya hemos hablado y las dos segundas en lo de Alma Humana partiendo de la base de que una, la animal, es menos evolucionada.
El Alma Humana puede ser vista como el Alma imperfecta que debe evolucionar. Aunque no sea exactamente correcto podemos decir que el contacto con la parte material del Ser Humano la hace impura. A pesar de todo es infinitamente más pura que el cuerpo y se encuentra íntimamente ligada con el Alma Divina. Es la parte o aspecto inferior del Alma y sin embargo solo aparece en los momentos de lucidez del hombre.
El Alma confinada en la materia se ve limitada por la misma. Ella conoce lo que somos, de dónde venimos y a donde vamos; pero nuestro cerebro es material y por ello limitado. La información que puede manejar la mente es limitada y por ello se precisa transcender hacia cuerpos o dimensiones superiores si queremos que el Alma Humana pueda mostrarse en todo su esplendor. Usando un lenguaje más místico: “El Ser Humano debe ser capaz de responder a las vibraciones provenientes de planos superiores con el fin de despertar su verdadera naturaleza espiritual”
Es necesario “sincronizar” los cuerpos físico, astral y mental con el fin de evitar la interferencia de vibraciones inferiores – bajas – porque solo así es posible usar el potencial del Alma Humana. En este estado de paz interior, de relajación y meditación es posible entablar contacto con la parte Divina. Queda claro que no es necesario aislarse como un anacoreta para lograrlo; además eso sería contraproducente. Cuando se contacta con el Alma Divina experimentamos la Unidad, percibimos que todos somos uno, que somos hermanos en el más amplio sentido de la palabra. Comprendemos que estamos aquí para servir y ayudar en el camino a quien lo necesite. ¡Mal podemos hacerlo si nos aislamos del mundo!
El Alma Divina es el Alma total, el “Alma de Dios” que todo lo engloba e impregna; pero no es Dios. Nos movemos por zonas desconocidas y no comprensibles por la naturaleza humana. En cierto modo el Alma Divina es el conjunto de todas las Almas Humanas; pero es mucho más que ello. Engloba el Alma de todos los seres del Universo, sean más o menos evolucionadas y sean o no sean humanas. Y por humanas no me refiero solo a las animales sino a cualquier otro tipo de vida que solemos denominar de extraterrestre. ¿o acaso cree usted que todo el Universo fue creado solo para crear vida en la diminuta Tierra?
En la obra “La Luz diamantina” de Francisco Redondo, el autor nos ofrece un modo gráfico de ver todo esto. Imagine una cebolla. La capa externa que lo rodea todo es el Espíritu Divino – Dios – y cada capa hacia el interior es un Alma inferior hasta llegar al centro donde estaría el Alma Humana. Por citar algunas – con lo limitado de nuestro lenguaje para expresar lo no conocido – tenemos un Alma Humana propia de cada uno de nosotros, un Alma de Ser Humano – algo como el conjunto de todas las Almas individuales y que nos hace ser a todos iguales – el Alma Universal – que engloba a los seres de todo el Universo conocido – y luego tendríamos que seguir con las Almas de los Universos no conocidos y sus respectivos habitantes. Todo ese conjunto Formarían el Alma Divina, pero Dios es mucho más que las Almas, por eso decimos que es imposible abarcar lo que Dios es y representa y mucho menos ser capaces de definirlo.
El Ser Humano, lejos de ser la perfección que se cree, está muy lejos de la perfección. Es la criatura más evolucionada sobre el planeta Tierra, la mejor dotada y preparada para comprender la obra del Creador; pero su arrogancia de creerse lo más perfecto frena su avance. Existen otros muchos mundos habitados por otros seres infinitamente más evolucionados que el Ser Humano. Un ejemplo sería lo que algunas escuelas denominan de ángeles solares, entidades elevadas o hijos de la mente – el nombre varía según la escuela – y que serían entes “super humanos” infinitamente mejores que cualquier patrón de perfección humano. En la obra “La doctrina Secreta” de H.P.Blavastky, se les conoce como “Dyanes de fuego” y tratan de ayudar a la evolución humana. Para nosotros son como los ángeles descritos por la Iglesia.
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p style=»text-align: justify;»>Seamos, por lo tanto humildes y dejemos de creernos el centro de la creación.
2 comentarios
Muy buen trabajo, seguimos en el camino, gracias por compartir.
Autor
Gracias a ti por leernos y por tus palabras de apoyo.
Esperamos que futuras publicaciones sean de tu interés y contribuyan a ayudarte en el camino que hayas elegido seguir.