La caridad

Print Friendly, PDF & Email
“Toda religión que diga “Fuera de la caridad, o sea,
fuera del amor, no hay salvación” es válida para mi”
Francisco Cándido Xavier (Chico Xavier)

 

4227e60580829009084c41b59283db8cEl comentario del médium brasileño Chico Xavier está repleto de conceptos mas que interesantes a poco que nos detengamos a analizar en profundidad su frase.

En primer lugar habla de “Toda Religión”, por lo que está siendo incluyente aceptando a todos los credos en igualdad de condiciones. Claro está que marca una línea para dicha aceptación. Línea lógica pues de otro estaríamos ante la posible aceptación de sectas o fanáticos y no se trata precisamente de eso. Se trata de, dentro de los comportamientos sociales aceptables, que cada cual tenga, practique y pueda expresar libremente su ideario religioso.

En segundo lugar sitúa la caridad como lo más importante. Tanto que llega a decir que la salvación no es posible sin caridad.

Sin llegar a dicho extremo, la caridad o filantropía –caridad en cierto modo – es un pilar en el cual se apoyan la práctica totalidad de filosofías y creencias religiosas y que no siempre se cuida adecuadamente. Deberíamos cuidar este punto mucho más ya que conseguiríamos potenciar nuestras virtudes y cargar de cadenas nuestros vicios. Llegados a este punto deberíamos recordar estas palabras de Allan Kardec:

El egoísmo es el origen de todos los vicios; como la caridad es el de todas las virtudes”

Hacer caridad es vital; pero ¿Qué es la caridad? La respuesta fácil es: ayudar a quien lo necesite. Y en esta respuesta nos quedamos el 99.99% de los humanos. ¿Cuántas veces hemos oído en la Logia “no tenemos fondos para la caridad”? La caridad no precisa siempre de fondos; es posible hacerla sin fondo alguno.

La caridad no es sólo dar dinero. Caridad es tratar a los desamparados como personas y no como apestados. Caridad es hablar con los que nadie quiere hablar. Caridad es escuchar a quien nadie escucha. Caridad es “perder” parte de tu tiempo haciendo compañía  a un anciano que vive solo o llevando las bolsas de su compra. ¿Cuántos ancianos precisan solo hablar con alguien o que le ayuden con las pesadas bolsas de la compra? Todo esto es caridad y solo cuesta parte de tu tiempo.

No podemos reducir la caridad a dar dinero y pensar que hemos cumplido. Muchas veces, ante alguien que nos pide limosna en la calle, rebuscamos en el fondo del bolsillo unas monedas, se las damos y nos alejamos sin apenas haberle mirado. ¿Qué nos cuesta mirarle a los ojos?¿qué nos cuesta  decirle buenos días?¿qué nos cuesta tratarle como a un ser humano y no como una “hucha” donde depositar nuestras míseras monedas para sentirnos bien?

La caridad siempre es meritoria; pero precisamos aprender que la caridad es más compleja y abarca mucho más que la parte meramente económica.

Por otro lado, el modo en que se ejerce es vital. La caridad nunca jamás debe ser denigrante para quien la recibe y debe ser totalmente altruista por parte de quien la entrega. En este sentido podemos citar algunos puntos básicos que todo acto de caridad debe cumplir si queremos hablar de auténtica caridad:

  • Nadie debe conocer lo que haces. Lo que da tu mano derecha que no lo sepa tu mano izquierda.
  • Haz caridad porque hacerlo es lo correcto. Sin más, no le des más vueltas cuando lo hagas.
  • No te creas mejor o te sientas orgulloso o vanidoso por ello.
  • No hagas caridad de modo denigrante o humillante hacia quien la recibe

Aunque no lo parezca solemos fallar a muchos de estos puntos. Dejando a un lado los que hacen caridad cuando son conscientes de que los ven y con el fin de aparecer como grandes salvadores, que levante la mano quien de entre todos nosotros no ha sentido placer en alguna ocasión por haber hecho alguna caridad, por haber realizado la “buena obra del día”. Este sentimiento es normal porque hacer el bien nos hace bien; pero mejor aún sería hacer  el bien por costumbre. Si el acto de caridad fuese algo cotidiano, algo normal; lo haríamos por el simple hecho de hacerlo. Sería tan automático como respirar y, entonces, los sentimientos de placer ya no serían necesarios para que muchos realicen caridad. Cuando esto suceda podréis estar seguros  que el mundo será mejor de lo que es ahora.

Yo, por mi parte, debe confesar que ayudar a los que puedo ayudar cuando puedo ayudar, aún me da placer y que, en cierto modo, eso contribuye a seguir haciéndolo. Dios es sabio y me ayuda a seguir dándome un caramelo de orgullo. Sin embargo soy consciente que lo correcto es hacer caridad y no debería hacerlo por sentirme bien. Incluso sin ese placer debería hacerlo. Tengo que hacerlo. En resumen, debo confesar que me queda mucho que pulir.

<

p style=»text-align: justify;»>Y tu ¿en qué punto te encuentras en cuanto a la caridad?

1 comentario

  1. Estoy de acuerdo con lo pracmado, 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.