Las Virtudes (7 de 7) – Tenacidad

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«Quiero compartir con ustedes el secreto
que me ha llevado a alcanzar mis metas:
mi fuerza reside únicamente en mi tenacidad»
Louis Pasteur.

Del latín tenacitas, podemos definir la tenacidad como la cualidad de ser de tenaz; es decir, que se opone con resistencia a deformarse o romperse, que se prende de una cosa o que es firme y pertinaz en un propósito.

Ser tenaz, esto es, la tenacidad, es una de las virtudes humanas que más se ha aplaudido a lo largo de la historia. Pues la tenacidad permite realizar y llevar a buen término empresas que a priori parecen imposibles.

No debemos, sin embargo, confundir la tenacidad con la tozudez. La primera es signo de inteligencia, la segunda de obstinación. La Tenacidad se centra en la búsqueda de soluciones, mientras que la tozudez se obstina los problemas. Ante un mal resultado, el tenaz se pregunta por qué ha fallado y busca alternativas mientras el tozudo insiste una y otra vez en el mismo método, lo cual le conduce siempre al fracaso.

La tenacidad es una propiedad física de los materiales; pero no es esta parte de su uso lo que aquí queremos tratar. El proceso que hace que un material determinado sea tenaz o no, que se rompa al doblarse una vez superado cierto límite, es algo que estudia la física y que cualquiera de ustedes puede consultar en libros de ciencia si lo desean.

Lo que a nosotros nos interesa es el sentido simbólico (es decir, trascendiendo las propiedades físicas), la tenacidad es una actitud caracterizada por la resistencia ante las adversidades. Una persona tenaz es insistente y se mantiene firme en su conducta o  comportamiento hasta alcanzar su objetivo.

La ausencia de tenacidad lleva al fracaso. Ante un problema que no conseguir resolver, en vez de insistir en la búsqueda de soluciones nos encerramos en el «es imposible». Ese encerramiento bloquea nuestra mente en su búsqueda de alternativas y soluciones. La falta de tenacidad es también la falta de pasión y de confianza en uno mismo

Podemos fracasar muchas veces, y de hecho lo haremos a la largo de nuestra vida, pero si aprendemos de nuestros errores y lo seguimos intentando conseguiremos alcanzar la mayor parte de nuestras metas. Desde este punto de vista, podemos asociar la tenacidad a la perseverancia, al celo, al empeño en conseguirlo.

Vivimos en un mundo exigente que nos da palos continuamente. La capacidad de soportar estos golpes de la vida sin quebrarnos, el no darnos por vencidos ante los avatares de la vida y dedicarnos a superar todos los problemas del día a día solo es posible siendo tenaces.

La falta de entusiasmo y tenacidad por la mejora continuada en el saber y enseñanza hacia nuestros jóvenes ha derivado en una poca voluntad de estos por aprender. Se ha devaluado el lenguaje oral y escrito, se desconoce cada vez más la propia historia, de donde provenimos y con que pueblos y culturas nos hemos mestizado a lo largo de los siglos. La cultura general ha disminuido y el mundo se ha vuelto más materialista, inculto y bruto.

Como ya hemos visto y deducido, la tenacidad es una fuerza poderosa que impulsa a las personas a perseverar en su empeño hacia una meta determinada. Ser tenaz implica perseverancia, esfuerzo, brío, intrepidez y persistencia. El que es tenaz:

  • Persiste y nunca desiste.
  • Trabaja con ahínco y con tesón en algo que quiere alcanzar.
  • Camina hacia la meta con disciplina, denuedo y firmeza; pero sin bajar la guardia ante los obstáculos.

Lo más fácil en la vida es rendirse, pero si pensáramos por un momento, que probablemente con un pequeño esfuerzo más alcanzaríamos el éxito, seguramente que tendríamos el valor de continuar y lograr nuestro objetivo. Uno de los mayores ejemplos de tenacidad que ha dado la historia ha sido sin duda alguna el inventor norteamericano Thomas Alva Edison quien para lograr la bombilla probo miles de hilos hasta dar con el adecuado; tras muchos intentos consiguió un filamento que alcanzara la incandescencia sin fundirse. Este filamento no era de metal, sino de bambú carbonatado. Así, el 21 de octubre de 1879, consiguió que su primera bombilla luciera durante 48 horas seguidas. Edison decía que para alcanzar el éxito los factores más importantes a seguir son:

  • Conocimiento definido de lo que deseamos lograr.
  • Fijación de la mente en ese propósito, con persistencia para buscar lo que se persigue, utilizando lo que se sabe y lo que se puede recibir de los demás.
  • Perseverancia en probar, sin importar las veces que haya fallado.
  • Rechazo a la influencia de los que han tratado lo mismo, sin éxito.
  • Obsesión con la idea de que la solución al problema está en alguna parte, y se encontrará.

No todos somos Alva Edison, pero todos venimos a este mundo con algún objetivo para el cual, aunque no lo creamos, estamos de sobra capacitados; pero lamentablemente con el tiempo vamos perdiendo la audacia y vamos creando límites que son inexistentes y que están en nuestro interior. Como dice el refranero, sabio él, no hay peor ciego que quien no quiere ver. Lo que, traducido a nuestro ámbito; no hay peor enemigo que tu mismo reflejo.

¿Cómo podemos superar esos límites mentales? Perseverando, persistiendo y manteniendo vivo y firme el sueño, la meta u objetivo que queremos alcanzar. No pienses que si alguien no lo ha logrado tu tampoco podrás, oblígate a pensar: ¿por qué yo no voy a poder? y busca la forma de poder. Henry Ford decía: “Los obstáculos son esas cosas espantosas que nos impiden fijar la vista en nuestras metas”. Eliminemos los obstáculos, y veamos la meta. No dejemos que los árboles nos impidan ver el bosque.

Seamos tenaces en nuestros objetivos y, sobre todo, seamos tenaces en el labrado de nuestra piedra bruta

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