Herramientas masónicas (1 de 8) – El Mazo

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Escribe Albert Pike en su monumental obra «Moral y dogma» lo siguiente: «La Fuerza, no regulada o mal regulada, no solo se desperdicia en el vacío, como la pólvora quemada al aire libre o el vapor no confinado por la ciencia, sino que golpeando sin sentido y no encontrando sus explosiones más que el espacio abierto, provocan un retroceso perjudicial. Es destrucción y ruin

Cuando uno es iniciado en la Masonería y se le reconoce como aprendiz se el entregan varias herramientas para comenzar tu trabajo, pero una es la que golpea y produce la fuerza que aplicarás a otra. Me refiero al Mazo que golpea tu Cincel. Esa fuerza aplicada debe ser regulada y con sentido, tal como Pike nos avisa, pues, de otro modo, al incidir sobre el Cincel y este sobre la piedra, generará un efecto no deseado.

El Mazo representa la voluntad con la que el Aprendiz golpeará y expulsará todos los aspectos psicológicos que han formado su personalidad individual: sueños, emociones, cargas, apegos, ilusiones. y que debe transformar en Voluntad Universal. Es la fuerza y la energía del Mazo la que golpea todos estos aspectos individuales en un ejercicio de certeza y de rigor para buscar la Luz del Gran Arquitecto y fundirse con el Universo.

Pero dicho todo esto, no debe el aprendiz confundir el mazo y el mallete, el primero es su útil de trabajo mientras que el segundo es el signo de la autoridad del que lo lleva, es el atributo del Venerable Maestro y de los Vigilantes.

El uso del mallete, dicho sea de paso, no es para imponer sino para servir. El mallete otorga poder; pero este ha de ser ejercido con mesura y no deben olvidar Venerables y Vigilantes que ellos no están para ser servidos por la logia sino para servir a la logia y a sus hermanos aportando sus luces en los trabajos.

El empleo del mazo simboliza la voluntad del aprendiz y, por extensión, del masón. Antes de golpear hemos de tener la voluntad de hacerlo y, teniendo dicha voluntad, somos libres de hacerlo o no. Nos encontramos aquí con el libre albedrío, con la disyuntiva de golpear o no golpear. De aplicar más o menos fuerza y, una vez aplicado, de repetir el golpe o no. Podríamos decir, que simbólicamente, vemos implícito el número dos en el mazo, el ying y el yang, la acción o el reposo. Será en combinación con el cincel que se generará algo nuevo, se creará algo diferente a partir del dos, es decir, llegaremos al tres.

Implica, el empleo del mazo, el uso de la inteligencia pues mucha fuerza en el golpe con el mazo puede estropear la obra, y muy poca, hacer ineficaz el trabajo. De igual manera, un golpe en el lugar equivocado puede dar un resultado no deseado y la labor emprendida quedar inservible.

Por todo ello, como escribe Iván Herrera Michel en su obra «Las herramientas masónicas«: «… el Masón debe dominar los impulsos de su voluntad, en el afán de ser responsable de su desarrollo personal y dueño de su devenir, en una tarea que exige mucho cuidado y no poca destreza…«

 Simbólicamente el mazo representa la fuerza del espíritu golpeando la materia para ser purificada. El mazo posee un asidero vertical y en su parte superior un bloque pesado – de madera, metal o piedra – en posición horizontal. Cuando lo empleamos hacemos descender ese bloque sobre la piedra, sobre la materia. El mazo representa, pues, a las fuerzas de lo Alto, de lo espiritual, descendiendo por la Santa Ley de la Gravedad hacia lo bajo, hacia la materia. Y, en ese descenso, es el intelecto humano quien debe regular la dirección y la cantidad de fuerza a aplicar sobre el cincel. El Espíritu golpea, pero el hombre sigue a poseer la opción de cómo hacerlo, su librepensamiento es vital en el proceso.

Una de las grandes lecciones que ha de aprender el aprendiz con el uso del mazo es que la fuerza aplicada no es suya, la Fuerza aplicada procede del Espíritu, de lo alto y, por extensión, del Gran Creador de todas las cosas, del Gran Arquitecto del Universo pues El es la fuente de todo lo que existe. Al aprendiz apenas le resta la capacidad de direccionar la misma. Esto le enseñará a no confiar en sus propias fuerzas pues estas son variables y siendo poderosas en su juventud serán débiles en su senectud. Pero ¿no ves al anciano maestro que realiza su trabajo con prontitud y elegancia? Se debe a que confía en las fuerzas de su Espíritu y por ello realiza igualmente su trabajo mejor y más rápido que los jóvenes. Ha aprendido a ser uno con el Universo. Ha aprendido a dirigir la inmensa fuerza que el Gran Arquitecto pone a su disposición.

Esta Fuerza Universal proviene de la Fuente de la que todo proviene. Si esa Fuerza Universal actúa en la obra, todo se construirá en orden y armonía. Si esa Fuerza Universal actúa en tu interior, tu materia será dominada por tu espíritu y serás elevado hacia la Luz, toda tu existencia pasará a tener un sentido y verás con claridad el trabajo que te ha sido asignado en esta vida material y temporal Si esa Fuerza Universal actúa en el momento en que dejes este mundo, tu misión habrá sido cumplida.

Así pues, aprendiz, no veas en el mazo una simple herramienta. Mira más allá, sostenlo en tu mano, observa cómo se genera la fuerza por medio de la Ley Universal de la Gravedad a la que nada escapa. Aprende así que el Gran Arquitecto ha dictado leyes ineludibles y que su cumplimiento te ayudará en tu caminar y aprende que en esas leyes el Gran Arquitecto hace presencia constante en tu vida. El siempre está ahí, a tu lado, solo hace falta que observes.

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