Herramientas masónicas (2 de 8) – El Cincel.

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Si en la primera entrega tratamos el mazo, la segunda estamos obligados a hablar acerca del cincel. De nada sirve la Fuerza del Mazo si se aplica directamente sobre la piedra. Es necesario un intermediario, el Cincel, para que todo conduzca a un buen término. Antes de seguir, recomiendo que releas la entrada anterior pues usaré varios conceptos allí tratados y que doy por conocidos como la relación entre el mazo y el Espíritu o la Fuerza Universal. Si no tienes eses conceptos claros podrías perderte un poco en esta lectura.

Si partimos de la base que la piedra bruta sobre la cual aplicamos la punta del Cincel es la materia a transformar y que el Mazo era el Espíritu que descendía sobre la materia, podemos afirmar que el Cincel representa al Alma del masón. Obtenemos así el número tres, el hombre trinitario formado por materia, alma y espíritu que en tantas escuelas de misterios aparece y que, en la masonería, no podía ser menos. Es el Espíritu (el Mazo) quien precisa de Alma (el Cincel) para poder actuar sobre la Materia (nuestra piedra bruta).

El Cincel representa también la Inteligencia con la que el Aprendiz, una vez golpeadas sus asperezas individuales, empieza a moldear la piedra bruta, a través del discernimiento que separará lo sutil de lo denso y a dirigir con inteligencia la decisión de la voluntad

En su libro «Secreta Scala Artis«, José Miguel Jato nos dice: «La segunda herramienta de la que te hablaré es El Cincel. Desde la época de los primeros canteros, esta herramienta es la única que siempre hemos podido tener en propiedad y que tradicionalmente se nos proporcionaba durante los trabajos.»

El uso del cincel nos enseña la necesidad de tener un objetivo claro. Para poder desbastar la piedra el Cincel ha de ser aplicado en el lugar justo del piedra para que la fuerza canalizada a su través – producida por el golpe del mazo sobre su parte superior – alcance con todo su vigor la imperfección a corregir. Debemos aplicar pues, el Cincel sobre el punto correcto o todo el trabajo será inútil o, mucho peor, destructivo.

Otra enseñanza que debes aprender es a fijar tus objetivos por orden. Tu energía debe concentrarse en cada momento en la realización de una tarea porque dispersar la energía conduce al caos del cual procede. El Universo era un gran Caos antes de que el Gran Arquitecto comenzase su obra. Solo la Energía de su Voluntad fue transformando el Caos en el Orden Cósmico que conocemos. Lo mismo sucede con el uso de nuestra amada herramienta. Si aplicamos la energía en el punto correcto, la piedra se irá perfeccionando poco a poco y del Caos del cual salió se convertirá en una piedra cúbica perfecta que podrá ordenarse con otras muchas en la construcción de nuestro templo. Pero si aplicamos mal la fuerza, si dispersamos esta, la piedra no será cúbica y no podrá ordenarse. El Caos seguirá o incluso aumentara si un mal golpe la hiende y sus pedazos se dispersan por todo el suelo. ¿Acaso puede predecir tu a donde irá a parar cada trozo de la piedra? Nadie puede predecir nada en el Caos.

El Cincel nos enseña también que todo en este mundo es dual. Siempre existe una parte activa y una parte pasiva, una parte masculina y una parte femenina que se complementa y trabajan juntas para la consecución de la gran obra que el Gran Arquitecto haya ordenado. En el caso del Cincel la parte pasiva es la parte superior del mismo, la zona sobre la cual el mazo golpea, la parte donde el Espíritu ejerce su Fuerza. La parte activa es su parte inferior, la que apoyamos sobre la materia y que, transmitida la energía a su través, la deposita sobre la piedra.

Para que el proceso superior sea correcto el Cincel debe cumplir varios requisitos. El Cincel debe tener su punta en perfecto estado de conservación, debemos estar siempre atentos a ello. Nuestra atención en este aspecto de nuestra herramienta se asimila a la voluntad de conservación y perfeccionamiento constante. Solo conservando en perfecto estado nuestro cuerpo, nuestra alma, nuestro intelecto, podemos seguir avanzando hacia la perfección de nuestra parte espiritual y seguir el camino hacia la Luz. Igualmente, el Cincel debe estar perfectamente recto para que la fuerza no se disperse y toda sea aplicada en el lugar correcto. Este punto nos recuerda que el camino más corto entre dos puntos es siempre la línea recta y que no debemos desviarnos en nuestro camino.

Si cumplimos todo esto y aplicamos todo lo ya dicho veremos que toda la energía aplicada proveniente del Espíritu (la Fuerza Universal que el mazo aplica) alcanzará a la materia. Se cumplirá el viejo adagio que afirma que como es arriba es abajo.

Queda mucho por aprender del humilde Cincel que recibe golpe tras golpe. No lo veas como algo simple y secundario piensa que esa creencia debe de ser muy equivocada si, como ya sabes, era la única herramienta que el masón tenía en propiedad.

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