El nivel es la joya que porta el Primer Vigilante. Nos encontramos ante una de las herramientas usadas por los obreros más simple en apariencia y de costo material casi insignificante; sin embargo, es un símbolo que guarda principios y enseñanzas fundamentales tanto para los masones como para el progreso y evolución de los profanos y, por extensión, de los pueblos.
No se tiene certeza de quien fue el inventor del nivel es la versión más clásica, la mostrada en la imagen lateral. Algunos dicen que Dédalo, tras su huida del Laberinto de Creta (1300 ac) pero otros autores indican como su creador a Rihcus, arquitecto del Laberinto de Samos o incluso a Teodoro, arquitecto del Templo de Samos. Sea como sea, lo cierto es que este útil es muy antiguo.
A poco que nos fijemos nos daremos cuenta que el nivel es en realidad una plomada suspendida del vértice de una estructura cuyo ángulo superior es de noventa grados. Por lo tanto, el nivel incluye en si mismo a la plomada, lo cual indica que antes de usar el nivel es preciso conocer la plomada.
La función de todo nivel es marcar la horizontal, pero para ello es preciso que la vertical cruce el punto medio de su base, es decir el nivel no sólo presupone la plomada, sino que la contiene y es su resultado. Es imposible saber si una recta es realmente horizontal por ella misma, puede parecerlo y estar sin embargo sesgada, inclinada hacia cualquier aspecto o tendencia particular; la única forma de verificar su horizontalidad es comprobando que la plomada la atraviesa por su punto medio, es decir por su centro. Desde un punto de vista místico, la vertical de la plomada fecunda la horizontal haciéndola por tanto generosa y bella, reflejo de la Verdad. Esta Verdad no deja de ser una cruz en cuyos extremos se colocan los cuatro elementos (Aire, Agua, Tierra y Fuego) y cuyo punto de corte, el centro, representaría la quintaesencia, la rosa de los rosacruces, el alma interior, el fuego interno, el vitriol…
Recuerde el lector que la plomada marca la rectitud, y esta rectitud es imprescindible para buscar la igualdad. Esta igualdad es otra de las enseñanzas del nivel. Su uso nos permite determinar la diferencia de altura entre dos puntos y es fundamental para obtener la horizontal de un plano. Es del todo claro que si dos puntos están unidos por una recta horizontal, ambos puntos se encontrarán a la misma altura.
Aplicado el conocimiento del párrafo anterior a los problemas de nuestra sociedad veremos que derivan, justamente, de la diferencia de nivel entre sus clases. Nada malo hay en ello, pues no todos podemos tener lo mismo, pero si podemos no hacer uso de estas diferencias de clases para someter a los inferiores o creernos superiores a los demás. El nivel es un símbolo de Igualdad y nos enseña que debemos despojarnos del orgullo basado en una eventual y transitoria posición superior, sea material o intelectual y considerar a todos los seres humanos como iguales y al mismo nivel. Recordemos que estamos en esta vida de modo temporal y nada de lo que aquí consigamos podremos llevarnos con nosotros salvo nuestros actos. Todo lo demás, riquezas, posesiones aquí se quedarán. Sin nada venimos y sin nada nos iremos – dicen las escrituras antiguas.
Ahora bien, es importante definir de qué Igualdad estamos hablando. Porque igualdad no es hacer a todos los humanos clones unos de otros. Sin querer entrar en debates sesudos sobre este tema, no creo que nadie dude de que no podemos exigir las mismas obligaciones a aquellos privados de capacidad intelectual o física. Incluso se plantea, en la sociedad actual, si dadas sus carencias deberían tener más o menos derechos que las personas catalogadas como normales. Se nos plantean así dos preguntas cuya respuesta creo que debe ser SI, pero con matices.
- ¿Igualdad intelectual? Si, pero entendida desde el punto de que todas las personas tengan las mismas oportunidades y medios de poder desarrollarla
- ¿Igualdad material? Si, pero siempre que sea obtenida por su esfuerzo y no entregada a quien nada se ha esforzado y no merece por lo tanto tenerla.
Resumiendo, debemos luchar por la igualdad de condiciones y orientarlas de tal modo que todos los seres humanos puedan conseguir el mismo nivel si lo desean, lo buscan y trabajan para ello.
No es mi intención extenderme mucho más sobre el tema. Existe amplia bibliografía sobre el tema del nivel y el debate de la igualdad. Simplemente permitirme que esquematice en dos puntos las enseñanzas del nivel.
Igualdad de los masones: Todos los masones somos iguales, si bien es cierto que toda Logia Masónica solo tiene un líder, que es el Venerable Maestro, su poder se debe al reconocimiento de sus hermanos que lo han situado en dicho puesto. El Venerable no es más que un Primus Inter Pares, es decir, el primero entre los iguales. Bajo ningún pretexto se puede pretender una jerarquía de clases al interior de la Orden.
Trabajar por un mundo más igualitario: Todos sabemos que un masón lo es las 24 horas del día y que sus actos en la sociedad han de ser reflejo de todo el perfeccionamiento que obtiene en el templo. El masón enseña con sus actos y no con sus palabras – se suele decir – y en ello debemos poner nuestro empeño. Aunque no debemos ser orgullosos puesto que solo hacemos nuestro trabajo, si podemos decir que grandes logros como los principios de los Derechos humanos deben mucho a la masonería. Sin embargo, nuestro trabajo no estará completo hasta que toda la humanidad tenga derecho a la igualdad de oportunidades, debemos trabajar para, en palabras de nuestro hermano Iván Herrera Michel, trabajar “a favor de crear las condiciones necesarias para una humanidad más horizontal en sus condiciones de vida y en sus oportunidades, en la que todos los hombres y mujeres tengan los mismos derechos”.
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Recibo los conocimientos con el anhelo de saber cada día más.