“La masonería, en el siglo XVIII, restableció dentro de sus Templos la tradición de las enseñanzas esotéricas ministradas en los Santuarios egipcios, del mismo modo que lo hacían los filósofos egipcios utilizando símbolos y alegorías. La ceremonia Masónica, en su forma simbólica, guarda mucha semejanza con los antiguos Misterios. Abre la puerta a una nueva vida que es el inicio de la comprensión de los Misterios Mayores y coloca en evidencia que la Doctrina Iniciática, manifestada en la misma, es la Doctrina madre, fuente inagotable de enseñanzas que nos aproximan a Dios.”
[Omar Cartes – Manual para el aprendiz masón]
Introducción
Hablar de los misterios daría para un libro entero pues muchos se han desarrollado a lo largo de la existencia del hombre. No se conoce con exactitud cuando surgen los Misterios, pero de lo que no nos cabe duda es que todas las grandes civilizaciones han tenido sus Misterios. Las leyendas de Osiris e Isis en Egipto, de Thammuz y Astarté en Fenicia, de Mithras y Asis en Persia, de Dionisio y Rea en Samotracia, de Hu y Caridwem en Gran Bretaña, de Woden y Frea en Escandinavia, etc. son todas similares. De hecho, la resurrección de Osiris es, con algunas variaciones, lo que la iglesia católica nos enseña con la resurrección de Cristo. Además, todas estas leyendas o enseñanzas no son muy diferentes a las que pueblos aparentemente sin contacto alguno con los anteriores poseen como, por ejemplo, los indígenas americanos o las tribus africanas.
La vida humana en los primeros tiempos y hasta no hace mucho, no ha sido fácil. Hambre, epidemias, gueras, nos mostraban un mundo duro y cruel donde todo parecía perdido, los Misterios eran portadores de una nueva esperanza; no todo se ha perdido – nos decían – y existe una manera de salvación de las injusticias, del dolor y de la miseria, si no en esta vida al menos en la otra, en la que importa, en la eterna.
Los misterios de la India parecen ser los más antiguos, originarios de 50 siglos AC se ocupaban principalmente de la iniciación de sus sacerdotes con una doctrina teogónica, que estudia las relaciones de los dioses entre ellos y los hombres, y con estudios de física aplicada.
Los sacerdotes de Egipto habrían sido iniciados en los Misterios de los Brahmanes, que pudieron ser introducidos hacia el 2900 AC. Los misterios egipcios tenían como finalidad instruir sus iniciados en los conocimientos humanos y en la metempsicosis, teoría que admite la transmigración del alma entre los cuerpos, llegando un momento en el que conocían todas las enseñanzas y fórmulas religiosas existentes. Este gran desarrollo de los Misterios Egipcios hizo que fueran una importante fuente que influyó a otras naciones del mundo antiguo en sus ritos sagrados y doctrinas secretas.
Posteriormente se desarrollaron los Misterios Persas, Griegos, Hebreos, Romanos, etc.…. siendo los Misterios de Orfeu, Baco, Eleusis y Mitra los más conocidos. Su difusión fue universal.
El interés creciente por los Misterios obliga a quienes los poseían a dividirlos en dos grupos que denominaron Misterios Menores y Mayores. De esta manera, todo el mundo podía acceder a los misterios si bien, los Mayores eran reservados a quienes realmente demostraban ser dignos de recibirlos.
Los misterios Menores no pasaban mucho de ser una escuela de comportamiento y ciudadanía donde el fin era enseñar a los iniciados que el cielo era poblado de almas cuya virtud era amar a la Patria.
Los Misterios Mayores estudiaban las ciencias, los errores de la metempsicosis, la naturaleza y sus obras, procurando recuperar la pureza primitiva del alma y corregir sus costumbres, elevando el espíritu. Podemos decir que los Misterios Menores formaban ciudadanos virtuosos y los Mayores sabios y filósofos que irían a servir como guías de la humanidad. En aquellos tiempos, y en algunos misterios, las iniciaciones eran muchas veces, más que simbólicas, pruebas duras y prolongadas durante días, con riesgo real de la vida.
Rene Guenon, nos dice sobre los misterios: “Los «misterios menores» comprenden todo lo que se refiere al desarrollo de las posibilidades del estado humano considerado en su integridad; por consiguiente, terminan en lo que hemos llamado la perfección de este estado, es decir, en lo que se designa tradicionalmente como las restauración del «estado primordial». Los «misterios mayores» conciernen propiamente a la realización de los estados suprahumanos: tomando al ser en el punto donde le han dejado los «misterios menores», y que es el centro del dominio de la individualidad humana, le conducen más allá de este dominio, y a través de los estados supraindividuales, pero todavía condicionados, hasta el estado incondicionado, que es el único que es la verdadera meta, y que se designa como la «Liberación final» o como la «Identidad Suprema»”
Como dije al comienzo, hablar de los misterios daría para un libro entero, así pues, me limitaré a reseñar dos de los más conocidos. Hablaremos aquí de los misterios de Eleusis y dejaremos para la siguiente entrega los Misterios de Mithra.
Misterios de Eleuisis
Estos misterios reciben su nombre de la ciudad en la cual nacieron y no del dios o ente al que referenciaban sus misterios. Los misterios eleusinos eran ritos de iniciación anuales al culto a las diosas Deméter y Perséfone que se celebraban en Eleusis (cerca de Atenas), en la antigua Grecia. De todos los ritos celebrados en la antigüedad, estos eran considerados los de mayor importancia. Estos mitos y misterios se extendieron posteriormente al Imperio romano.
Se cree que los misterios habrían empezado en torno al 1500 a. C., durante la época micénica. Se celebraron anualmente durante unos dos mil años.
Había dos tipos de misterios: los misterios menores y los mayores, separados por un período de tres o cinco años. Los misterios menores se celebraban en Agra y los mayores en Eleusis.
En los misterios mayores los novicios efectuaban estudios preparatorios durante unos dos años, para luego ser conducidos a la epoptia o autopsia; esta última del griego autos, uno mismo, y ops, ver o visión; dando el sentido de «ver por uno mismo» la contemplación de la verdad
Los únicos requisitos para participar en los misterios era carecer de «culpas de sangre», lo que significaba no haber cometido asesinato alguno, y no ser un bárbaro (es decir, saber hablar griego). Se permitía iniciar a hombres, mujeres e incluso esclavos.
Los misterios estaban basados en un mito protagonizado por Deméter. Su hija Perséfone había sido secuestrada por Hades el dios de la muerte y el inframundo. Deméter era la diosa de la vida, la agricultura y la fertilidad y mientras se dedicó a buscar a su hija descuidó sus deberes y la Tierra se heló teniendo lugar el primer invierno. Por supuesto, los hombres, no acostumbrados a ello, pasaron hambre porque no habían guardado nada de alimento.
Durante este tiempo Deméter enseñó los secretos de la agricultura a Triptólemo. Finalmente Deméter se reunió con su hija y la tierra volvió a la vida: la primera primavera.
Desafortunadamente, Perséfone no podía permanecer indefinidamente en la tierra de los vivos, pues había comido unas pocas semillas de una granada que Hades le había dado, y aquellos que prueban la comida de los muertos ya no pueden regresar. Se llegó a un acuerdo por el que Perséfone permanecería con Hades durante un tercio del año (el invierno, puesto que los griegos solo tenían tres estaciones, omitiendo el otoño) y con su madre los restantes ocho meses. De este modo, los misterios eleusinos celebraban el regreso de Perséfone, pues este era también el regreso de las plantas y la vida a la tierra. Perséfone había comido semillas (símbolos de la vida) mientras estuvo en el inframundo (el subsuelo, donde están las semillas en invierno) y su renacimiento es, por tanto, un símbolo del renacimiento de toda la vida vegetal durante la primavera y, por extensión, de toda la vida sobre la tierra
Próxima entrega: Hablemos de (4 de 17) – Los misterios (2 de 2)
Entrada anterior: Hablemos de (2 de 17) – La Alquimia
1 comentario
Excelente exposición!
Fuerte TAF desde Montevideo