El trabajo como vía de superación

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En la nave espacial Tierra no hay pasajeros.

Todos son tripulantes”

Marshall McLuhan

Una pregunta típica en el camino iniciático es la de hacia dónde vamos y, generalmente, ligamos esta a la de ¿Cuál es mi objetivo en esta vida? Ambas preguntas poseen respuestas cortas y concisas como la de dirigirnos hacia la Luz y la de servir a la humanidad. El problema radica en cómo hacer ambas cosas.

Muchos piensan que servir a la humanidad solo es posible si uno se convierte en un gran filósofo como Platón o Aristóteles; un científico como Einstein o un médico como Fleming y si bien es cierto que todos ellos han contribuido en gran medida al avance de la sociedad no lo es menos que todos, sin excepción, podemos hacerlo.

Normalmente vivimos en el día a día para el trabajo que nos ha tocado y que puede, en muchos casos, no ser del agrado nuestro (por algo se llama trabajo). Sin embargo, ya en el trabajo tenemos como servir a los demás a nuestro alcance. Se trata de algo tan sencillo como hacerlo bien o incluso mejor. Si usted trabaja cara al público sea amable, sonría, diga “buenos días que desea” o “ gracias y hasta luego”; si es usted mecánico, electricista, tubero… sea sincero en su trabajo, cobre lo adecuado al trabajo realizado, asesore a sus clientes correctamente; si es profesor no se conforme con enseñar lo mínimo que marca el plan de estudios, vaya más allá, inculque a sus alumnos el deseo de aprender más y más…Todos, en nuestro trabajo, tenemos como superarnos y servir a los demás.

Pero muchas veces no nos sentimos satisfechos con esto, necesitamos algo más. Y ahí surge la vocación. La vocación debe ser tratada como un trabajo más. No debemos vivir por y para la vocación del mismo modo que no vivimos por y para el trabajo. Es preciso hacer el trabajo, es preciso y bueno tener una vocación y llevarla a cabo; pero nuestra vida no ha de ceñirse en exclusiva a ello.

Las vocaciones pueden aparecer en cualquier punto de nuestra existencia sobre la tierra y no tienen porqué – no lo suelen – estar en relación con el trabajo que desempeñamos. Los seres más avanzados espiritualmente pueden sentir su vocación en estados tempranos de su vida como sucede con las vocaciones religiosas de muchos hombres y mujeres; pero lo normal es que sea en la mediana edad cuando surgen. La famosa crisis de la mediana edad se debe a que tras décadas de trabajo materialista nos damos cuenta de que hemos ya consumido la mitad de nuestra existencia y seguimos en el mismo lugar, sin saber a dónde ir ni como ser útiles a la sociedad. Podemos ser un médico famoso, que ha salvado incontables vidas, que en algún momento nos asaltará la duda de “¿Qué puedo hacer? ¿Por qué he podido salvar a este paciente y no a este otro? Y nos daremos cuenta de que hay un algo más ahí afuera que no entendemos y que merece la pena comprender. En el caso que planteo del médico puede llegar a la conclusión de que no pudiendo salvar a todos, porque el fin último de la vida es precisamente la muerte, si se puede ayudar a morir con dignidad, se puede mejorar tratando a los pacientes como personas y no como meras estadísticas hospitalarias, se puede ser amable con los familiares que preguntan por el estado de su ser querido y un largo etc y, algunos, a pesar de ser cientistas, descubrirán que la ciencia y la mística no están enfrentadas en realidad, porque, como decía Paracelso: “Para curar el cuerpo también es preciso curar el alma

No importa, en este momento, ni la causa que la genere ni la vocación que surja. Lo importante es que se dé cuenta de ello y acepte su objetivo en la vida. Quien tiene una vocación ha encontrado un trabajo significativo. Una vocación no es un empleo. Es una relación transformadora en marcha que permite servir mejor a la sociedad y nos eleva espiritualmente. Es más, la vocación nos obliga a ello.

Toda nuestra vida se ha definido en términos de logros específicos. En la escuela lo importante era sacar las mejores notas y en el trabajo lo importante es ser el número uno. No importaba para ello el pisar a los demás en la subida, si se quedaban atrás era su problema, uno tenía que subir más y más. No importaba la sociedad ni los individuos, tan solo importaba uno mismo. Ahora la cosa ha cambiado. Ahora importa el conjunto, importa la armonía de todo el Universo. Se trata de una cuestión de contexto. Encaramos los hechos por separado y obtendremos éxitos o fracasos, pero sabemos que ya no hay victorias o derrotas, pues suceda lo que suceda seguimos el camino hacia nuestro objetivo y si las victorias nos acercan a ellas y la derrotas también, el resultado final es que siempre nos acercamos un poco más al fin. De las derrotas se aprende y, todo lo que sea aprender es avanzar. El que posee una vocación vive su existencia con otro mirar, cuando la vida es una experiencia más amplia, rica y completa, las cosas suceden de modo diferente

La vocación tiene la cualidad de una llamada interior para movernos en una determinada dirección, hacernos sentir el camino o darnos una visión, un relanzamiento del futuro que se asemeja más a una previsión que a un plano. Cuando solo nos preocupamos de nosotros mismos hacemos planes a futuro, es algo que debe cumplirse si o si, cuando descubrimos nuestra vocación de servicio a los demás hacemos previsiones de futuro. Deseamos lograr esto y lo otro, pero si no lo logramos no pasa nada, sabemos que otros vendrán que seguirán el proyecto en el punto donde lo dejemos. El trabajo en bien de la sociedad no se pierde nunca allí donde nosotros terminemos cuando abandonemos este mundo, otros lo cogerán y proseguirán. Nosotros somos un eslabón más en el continuo caminar de Universo y, como ya dije al principio, todos sin excepción somos necesarios en este mundo. Desde el más gran de pensador hasta el más humilde de los granjeros. ¿Acaso el pensador puede hacer su trabajo si no se alimenta de lo que el granjero planta y le vende?

No existe trabajo ni vocación mejor o peor si uno la realiza como debe. Mientras no descubra su vocación y su objetivo en esta vida, cumpla con su trabajo del mejor modo posible y no se arrepiente ni se sienta menos que nadie si su trabajo es de los que la sociedad actual cataloga como de “bajo nivel”. Piense que si su trabajo existe se debe a que es necesario. El Creador es sabio y todo lo creado es útil. Sin barrenderos la suciedad nos cubriría en poco tiempo, sin conserjes o porteros nadie vigilaría nuestras casas o propiedades…todos necesitamos de todos y nadie sobra en esta rueda que es la existencia.

Y sí, puede estar seguro, que a través de su trabajo, sea este el que sea, usted puede superarse a si mismo

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